04-Cuatro

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Las clases en la universidad se terminan y junto a mi amiga lesbiana estoy esperando a mi amigo Liam. Dijo que nos pasaría a traer y aquí estamos. El primer día se acabó, la verdad no puedo mentir y decirles que me la pasé muy bien. No, aunque también admito que me gustó. Pelear con desconocidos y conocidos ha sido lo mejor y ha despertado en mi algo que no puedo describir pero que sí se siente bien.

Los estudiantes van y vienen y otros pasan como si fueran animales tropezando con nosotros sin pedir disculpas, son unos perros de la mierda que me dan ganas de decirles sus verdades y Zefora a mi lado los insulta sin importarle el qué.

—¿Soy yo o estos imbéciles se creen dueños de la Universidad?— pregunta con hastío y el ceño fruncido por lo molesta que está. Río.

—No eres tú. Déjalos tú solo quédate conmigo— en este caso es ella quien ríe. Una moto se para frente a nosotros, hundo las cejas confundida. El piloto se quita el casco sonriendo arrogante. Ruedo los ojos.

—¿Se les arruinó el auto muñecas?— no, Zefora le muestra su dedo medio a Alex. Él sonríe de oreja a oreja.

—Estamos esperando al novio de mi amiga. Vete por tu lado que no te queremos ver...— él suelta una carcajada siniestra a la vez que se pone el casco.

—Así que no son novias, eso es un alivio. Vamos pelinegra. Te llevo a tu casa y de paso comemos algo— ofrece. De una cosa estoy muy segura; Zefora rechazará la oferta, ¿ya dije que mi amiga es especial?, sino; mi amiga es especial.

—¿En serio?—, el chico frente a nosotras asiente —¿Tú pagas?— él vuelve a asentir. —Bien, vamos—. Zefora corre hacia él, para montarse en la moto y abrazarlo por la cintura.

—¡Zefora!…—protesto. Fui una tonta al pensar que Zef iba a elegirme ante todo.

—Tu ami-novio vendrá y tú me dejaras vendida. Adiós. Nos vemos en tu casa— sin más. Alex acelera y con una sonrisa sale de ahí dejándome boquiabierta. Esto si no me lo esperaba. ¡Joder!, la mataré.

Veo el reloj de mi celular; 04:50pm. Aún no me lo creo, y yo que pensé que ella no iba a abandonarme. Pero no se quedará así. El día comenzó y terminó mal, ahora solo falta que Liam me llame para decirme que no vendrá a por mí. Llamaría a mi hermano, empero resulta que está del turno de la tarde y mi hermana en Intecap.

—¿Te dejaron olvidada?— me vuelvo para ver al dueño de la voz. «¡Genial!», junto a mí está el chico malo de ojos azules y voz gruesa, el que aún no sé su nombre.
¿Qué sigue?, ¿el trío idiota parado frente a mí?.

—Eso a ti no te importa. Vete por donde saliste…— me coge del brazo con brusquedad provocando que calle de golpe. Sus ojos taladran los míos, y, sería una mentirosa si negra el hecho que es guapo y atractivo.

—Calla la pequeña boca que tienes—, posa su dedo índice en mis labios —¿vives acá o en ciudad?— su pregunta me pilla de sorpresa.

—Ciudad…

—Entonces te recomiendo que empieces a caminar, llegarás dentro de dos horas —, me suelta. Las ganas de darle un puñetazo no me faltan.

—¡Bruto!, tú serás quién caminará—sus ojos me ven con detalle. Si, vale creo que debí utilizar un mejor insulto.

—Por cierto, ¿cómo te llamas, guapa?—, viro los ojos, él habla con elogios pocos creíbles. La mayoría de chicos no lo hacen.

—Kayla.

—Damián.

Mi voz mental imita la escena de Burro en la primer película de Shrek:
"Uhh..., qué bonito nombre".

Nadie vuelve a articular otra palabra y el silencio reina en el pequeño espacio con personas al rededor. El trío no lo he vuelto a ver y así es mejor. Tras un par de minutos el auto de Liam aparca frente a nosotros. Sin decir nada camino hacia allá pero Damián me detiene.

—Al menos si le importas a alguien— muestro mi dedo corazón por segunda vez en el día. Sigo caminando hasta el auto, subo, saludo al chico con un beso en la mejilla.

—Siento la tardanza, las clases se retrasaron— dice sin arrancar.

—No importa, tienes cosas más importantes que yo—, él sonríe débil. Aún no entiendo cómo Liam sigue conmigo así que pregunto:
—¿Extrañas a tu novia, Liam?— abre los ojos a tope, añado:—, La verdad.

Se rasca la nuca nervioso, ve a todas partes menos a mí. Aunque él diga que no importa, no es así. A mí sí me importa, es mi amigo y admito que soy una egoísta pero prefiero la verdad a vivir en engaño y estoy segura que Liam jamás, nunca de los nunca me engañará o mentirá.

—Sí, a ella no. Sin ofender, pero me hace falta una femenina a mi lado— enciende  el auto, cuando va a salir una chica abrazada a un chico se paran en el camino. Liam toca el claxon pero no se quitan.

—¿Ahora qué?— digo molesta. El claxon suena y está vez soy yo quien lo toca varías veces sin cesar. Al final la parejita se da vuelta, veo el rostro masculino que conozco más de lo debido y mi mundo se derrumba. Mi estómago se siente pesado y creo que mis intestinos se remueven en busca de su lugar. Unas ganas de vomitar aparecen, la sangre se me calienta y Liam parece notarlo.

—¡Quítate del camino, Zac!—, grita el chico a mi lado acelerando, el auto avanza al frente. Ambos se inmutan, no se menean. No puedo apartar la vista de ellos, Zac logra verme y sus ojos no demuestran nada, ningún atisbo de sorpresa por algún motivo me siento aún frustrada por ello.

—¿No oyes?, mueve tu culo chato del camino— grito fuera de mí. Tengo ganas de golpear a alguien.

—Vaya, uno de tus pretendientes te ha cambiado del ¡ya!— comenta de la nada. Como ellos no se mueven y deseo salir de acá lo antes posible, salgo del auto dando un portazo.

—¿Por qué no te mueves?, hay suficiente espacio allá— señalo a la derecha —Agradece que no estuve en el  volante yo, porque hubiera pasado las llantas sobre ti— ladro. Las palabras salen solitas y sé que me arrepentiré muy pronto.

—Cálmate, niña. Ya nos movemos— habla la chica que aún no suelta a Zac.

—Tú no te metas...

—Zac, sabes cómo terminará todo esto. Es mejor que te vayas— aparece Liam tomándome por la cintura. Genial, éste día no puede mejorar.

—Me voy porqué yo quiero, no porque a Eloísa se le dé la gana— habla  por primera vez el chico que me dio un... y que por desgracia yo disfruté.  Coge a la chica por la cintura y se van. «¡Maldito seas Za!», pienso.

Ambos subimos al auto  sin obstáculos salimos de ahí. Y yo que pensaba que la universidad iba ser mejor que el bachillerato. Sí hubiera sabido que el trío estudiaría acá, hubiera elegido a Liam o seguir los pasos de Maya; Intecap.

Las calles de regreso a la ciudad están solitarias y el silencio que reina en el automóvil se puede cortar con un cuchillo. Estoy furiosa, es tan molesto. Vale, lo acepto, odio a Zac por estar con esa plática. Odio a Zac por no haber insistido más. Y me odio aún más a mí por tener sentimientos hacia Zac.

—Relájate, mi Hacker favorita. Sé que no es fácil— me consuela. Sonrío por lo bajo, nuestras manos se encuentran en el salpicadero y la tomo. Me mira, lo miro. Sonríe, sonrío. Jugueteo con sus dedos, tiene las manos grandes y gruesas.

—Será fácil. Ya verás, te invito a un helado— digo entrelazando nuestras manos.

—Bien, quédate en mi casa hoy. Llamaré a Brandon para decirle, seguro te dejará como los viejos tiempos— sugiere. Pienso, pienso y digo:

—Le encantará la idea.

—Por cierto, ¿y tu amiga?. Ahora me di cuenta que no viene — informa alejando la mano de las mías y posarla en el volante.

—La muy bruta me ha dejado vendida, se fue con un chico en una moto. La mataré—.   Liam suelta una  carcajada burlándose de mí. Lo golpeo en el brazo, hace una mueca de dolor y es ahí cuando yo río.

Amistades RotasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora