22-Veintidós_Parte uno

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Los días han pasado, más bien ha pasado una semana en la que realmente todo ha salido tan terrible. No me culpen, culpen a la chica que está desesperada por terminar de contar mi vida porque 1) el año se acaba y 2) hay más personajes que describir.

En resumen ya estamos a veinticinco de noviembre, las clases pasan, los exámenes van y vienen con más fuerza ya casi no tengo tiempo para tragar, los trabajos son más costosos que los anteriores y siento morir.

Aunque todo está siendo costoso, llevar biología está siendo muy divertido, cada día las clases se ponen más cañón, estoy tan estresada entre el trabajo y la universidad que debo organizar mi horario para poder llevar bien todo con rutina o me vendré abajo.

Con lo de mi supuesta amiga muerta todo está yendo peor que político en campaña mintiendo a todos los civiles. Hablando de civiles ya soy uno más, ya tengo mi documento de identidad así que ya no soy más carga para mis hermanos. Regresando con Esther la muy hija de sus padres me la está poniendo difícil.

Ahora la mitad de los universitarios me ven con malas caras, se ha encargado de darme una reputación que está por los suelos; que soy una drogadicta, ando en peleas clandestinas y cosas así. Ahora me han etiquetado como la bad girl y la drogadicta de toda la universidad y jodiendo más, han dicho que Damián y yo somos el uno para el otro. Joder, ha empeorado todo.

Un secreto es que agradezco que haya dicho aquello pues así me gusta más. Pero, siempre hay un pero, cada uno de sus ataques a tenido contraataque, nos hemos declarado la batalla. Estamos llevándonos todo lo que encontremos a nuestro paso y la que está perdiendo es ella.

He escuchado en el baño, en algunas partes del campus y algunos salones que la temida y adinerada Kaylee está con una apariencia que jamás la vieron. La verdad ya no la he visto estos dos días últimos, pero dicen que está con ojeras, ya no es la misma chica con clase que entró a la universidad hace un año. Me da risa.

No miento que yo estoy mal, pero no por lo mismo que ella sufre. Sabe que está perdiendo esta guerra que ella ha declarado desde el día que fingió su muerte a hoy en día. Con Scarlett nos hemos puesto de acuerdo en cada una de las bromas muy malvadas que le estamos haciendo. Ella sabe a pie de letra cada una de las cosas que estoy pasando y no solo yo sino también mis amigas e incluidos los chicos.

No somos amigas, solo conocidas que están unidas por una buena causa.

Hoy no tengo clases sino hasta mañana, estoy en el trabajo que aún no consigo quién me ayude para poder reemplazar a Maya la cual ya no viene a trabajar hace como dos semanas atrás. A veces Zefora viene a ayudarme con lo que puede,  a veces voy después de la universidad a adelantar el trabajo para el siguiente día.

El señor está al pendiente tanto de mí como de su negocio, dice que si no consigo a alguien él contratará a uno de sus sobrinos o algo así para poder ayudarme según él no confía en otras personas que no seamos nosotras en el fondo yo agradezco porque no me vería en otro trabajo que no sea vender pescado y el señor Rafael no siendo mi jefe.

Lo bueno, éste día es que ya voy de salida, el mes de noviembre se va y le damos la bienvenida a diciembre. El mes de mucha alegría y regalos hipócritas. Aunque me enoja un poco ya estoy  acostumbrada a no ver mi casa decorada con lucecitas parpadeando y de colores. Nada más nos acompaña el árbol de navidad que una niña vecina va todos los años en colocarlo y mi hermano le paga con un billete de a cien.

Lavo mis manos y las seco, me cambio de zapatos y agarro mi cabello en una coleta. Lista tomo mi mochila que nunca la dejo y salgo por la puerta trasera del pequeño local. Son casi las tres de la tarde, todavía hay personas en el mercado de allá para acá.  Cierro con llave al darme la vuelta me doy una sorpresa tan agradable.

Amistades RotasWhere stories live. Discover now