Damián 1/1

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No estoy seguro que sea lo correcto y la verdad es la primera vez que no estoy seguro de mis acciones. Siempre he tenido la fuerza y el valor para hacerle frente a los problemas que se vienen o que yo provoco, sé que no es lo correcto pero es mejor que vivir la vida común y corriente que vive la mayoría de las personas.

La vida es para disfrutarla, experimentar y gozarla de mil maneras que no te puedes imaginar y eso yo hago. No de la buena manera pero lo hago, mis hermanos ya me han advertido que una falta más y ya no pondrán sus manos al fuego por mí pero es lo que quiero. Por mi culpa es que estamos en ésta situación, que aunque la hemos sabido llevar hay uno que otro problema por ahí.

—Ah sí que una chica ¿Eh?— pregunta Ben una vez que ha escuchado toda la historia. A veces me pregunto por qué soy amigo de él si somos todo lo contrario.

—Sí, pero no digas nada, ni si quiera a tu mascota —le advierto. No soy de contar mi vida privada, de lo que no, o sí me pasa.

Mi amigo moreno apoya su cuerpo en la vitrina y sonríe de lado, sé que quiere decir algo. Esa su sonrisa que ya conozco desde los quince,  la conozco bien. Giro los ojos en rendición y lo ánimo.

—Vamos, pregunta, que no te quedarás satisfecho nunca…—  me interrumpe antes de completar mi oración.

—¿Qué tiene ella que no tengan las demás?—  eleva una ceja y se cruza de brazos. Respiro profundo para poder controlar mi instinto animal. Tengo problemas a la hora de controlar mi enojo y eso me ha traído más problemas.

—No lo sé— dudo —Es como un gusto culposo de los malos, es sencilla lo que la hace más bonita. No es una belleza como tal, pero su sencillez y ser realmente ella la hace bonita— explico. Tuerce los labios.

—Damián, ella no es, créeme. Solo quieres hacer daño como siempre y no te juzgo, pero te darás cuenta que esa chica es una más.

—No estoy desesperado en encontrar a alguien.

—Eso no parece.

Asiente lentamente procesando la información cuando va a abrir la boca el tipo robusto dueño del local con el que tuve problemas no hace muchos días sale del pasillo oscuro para dejar ambos celulares sobre la vitrina.

—No debería dártelos para darte una lección pero sólo porque me agradas lo hago— habla con voz ronca. Hago una mueca ante su confesión.

Me importa si le caigo bien o no.

—Como digas, solo dámelos y ya— musito. Coloca los celulares en una bolsa de papel y me los entrega de mala gana. Sabía que aún podía conseguirlos.

Ay, tu lado amable me dan ganas de vómitar.
Quiero ver lagrimas.

Cállate, nadie te pregunta.

—Programa una cita para hoy a las nueve, traeré a alguien— pido tomando la bolsa de papel y metiéndola en mi mochila. Asiente. Coloca sus brazos tatuados sobre el teclado para confirmar.

—A las nueve por dos, ¿te lo harás tú?— me mira él y mi amigo.

—Sí, pero ya sabes que es de fantasía para mí—, afirma con un asentamiento. Salimos y caminamos por la calle desalojada mientras mi amigo me hace preguntas sobre la chica que según él me ha puesto estúpido y estoy equivocado. Tal vez así sea pero hasta que no pase lo contrario o sienta algo diferente... seguiré creyendo que sí es.



*****







08:00pm.

Toco el timbre de la casa de Eloísa, espero que salga luego, no tengo su tiempo. Aunque me guste la chica no tengo la paciencia suficiente para esperar. Odio esperar. Tardan unos segundos largos en abrir la puerta pero lo hacen.

Amistades RotasWhere stories live. Discover now