16-Dieciséis

944 67 3
                                    

Día del cumpleaños:

No puedo creer que éste día haya llegado en un abrir y cerrar de ojos. Dejo de ser una carga para mis hermanos y desde hoy me hago cargo de mis actos. Soy independiente ahora, no dependo de nada; mis padres o mis hermanos. Claro que eso no significa que haré lo que me venga en gana. Siempre pediré su opinión hasta que muera o me ate al matrimonio. Mientras aún soy una cría que no sabe dónde está parada. La ley podrá decirme que soy mayor de edad, mi cerebro razonable dice que sigo sin madurar como fruta.

Aún no lo creo, dieciocho años en no tomar buenas decisiones. De los errores se aprenden.

Mis hermanos de buena mañana vinieron a despertarme (para ser específicos a las cinco de la madrugada) para felicitarme por mi cumpleaños. Me regalaron un pastel de almendras que solo apagué las velas y fue directo al refrigerador, más tarde los tres juntos lo comeremos. Disfruté del momento tan íntimo entre sus brazos mientras que recitaban el canto de feliz cumpleaños. Cómo habían dicho antes; no estarían para éste día. El simple hecho de abrazarme sobró y bastó.

Mi maleta con lo necesario ya está esperando allá en la sala. No sé realmente lo que espero, tal vez salir de mi shock. Sé que en el fondo muero de los nervios. Es la primera vez que celebro mi día en la Tierra. No es algo del otro mundo ¿no?

Respiré profundo, cerré los ojos mientras dejo salir el aire. Todo saldrá bien, nada malo pasará. Gozaré y mañana limpio el desastre. Cogí mi celular el cual había dejado cargando la noche anterior pues la batería se había acabado. Bajé las escaleras, robé un banano y una naranja. Agarré mi maleta eché pestillo a la puerta y salí. Ya he llamado a un taxi el cual llegó al mismo tiempo de mí salida.

Di la dirección, el día es calmado, silencioso y refrescante. Buen día para emborracharse hasta la coronilla, mañana estar enojada con el mundo por la resaca de los mil demonios. El taxista se detuvo justo en la entrada de la casa de mi amigo, bajé y pagué el trayecto. En la entrada de ésta varias serpentinas de diferentes colores cuelgan. Cris, realmente tiene buena mano.

No tuve necesidad de tocar, la puerta estaba abierta. Adentro ya está decorado de suelo a techo. Dejé la maleta en el sillón de la sala y me dediqué a ver todo a detalle. A deleitar mi vista con la perfección de la decoración.  Del techo cuelga una enorme esfera de cristal, ¿dónde la sacaron?, globos en cada marco de la puerta. Serpentinas aquí y allá. Al fondo de la casa espera el sonido a ser utilizado. En las escaleras está escrito mi nombre letra por letra en cascada en fuente cursiva.

Los muebles desaparecieron, las puertas de cada habitación cerradas con llave. Evitar problemas es mejor que no evitarlo. Las únicas habitaciones disponibles eran la de los hermanos que no tardarán en estar cerradas y un baño al fondo de la casa. El segundo piso también decorado. Agradezco que Cristal se haya encargado de la decoración no imagino otro estilo.

—¡Mi Hacker favorita, feliz cumpleaños!— giré para ver a mi amigo caminando hacia mí. Corrí hasta sus brazos. Lo abracé como nunca, él respondió a mi asalto. Su aroma me inundó, jamás voy a cansarme de su aroma.

—Gracias, Liam—, dije al separarnos. Su coqueta sonrisa apareció.

—¿Por qué?—, achine los ojos. Sabe de lo que hablo, se hace el difícil.

—Por todo. Por tu amistad, tú apoyo...— soltó una risotada. Era lo que quería escuchar y lo ha conseguido. Cuando se  proponía a ser un fastidioso lo  logra sin tanto esfuerzo. Golpeé su pecho aunque no le dolió en absoluto.

—Lo sé, no tienes que decírmelo. Sabes que estoy para ti siempre— su tono es de superioridad pura y real. Una vez más nos fundimos en un abrazo tan cariñoso. Liam jamás me falló.

Amistades RotasWhere stories live. Discover now