3. Miedo

1.3K 113 46
                                    

Miedo: del latín metus. Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Emoción primaria caracterizada por una intensa sensación desagradable, que comienza con un estímulo estresante y termina con la liberación de sustancias químicas que causan tensión o que el corazón y la respiración se aceleren, entre otras cosas. Las personas con depresión experimentan un miedo atroz que no les permite hacer frente a las dificultades de la vida cotidiana.

***

Los días siguientes transcurrieron sin apenas novedades. Pese a que estaban algo distanciados y no habían vuelto a hablar del tema, Wei WuXian y Lan WangJi seguían con su rutina habitual. Lan WangJi ayudaba a Lan QiRen con sus enseñanzas, meditaba, corregía los escritos de las cacerías nocturnas de los discípulos, y de vez en cuando visitaba a su hermano, que seguía dándole consejos sobre cómo dibujar y pintar. No volvieron a hablar sobre la condición de Wei WuXian, y Lan XiChen tampoco preguntó. Aunque todo apuntaba a que las cosas seguían sin ir bien, pensó que de momento era mejor quedarse al margen.

Wei WuXian se entretenía cuidando de los conejos y de Manzanita, cazando faisanes fuera de La Profundidad de las Nubes, y enseñando tiro con arco a los jóvenes de la secta Gusu Lan. También asistía a cacerías nocturnas más a menudo para mantenerse ocupado por las noches, ya que sus relaciones íntimas con Lan WangJi habían disminuido debido a su distanciamiento.

Otro de los motivos por los que ya no hacían el amor tan a menudo era por las inseguridades de Wei WuXian. Su condición física y su aspecto seguían deteriorándose, y si antes ya no se sentía a la altura de Lan WangJi ahora aún menos. Las veces que lo hacían lo trataba con sumo cuidado, algo que por un lado le encantaba pero por otro le hacía pensar que Lan WangJi se contenía demasiado y no disfrutaba plenamente del acto. Además, estaba la cuestión de su orgullo: se sentía terriblemente minusvalorado. Nunca pensó que fuera a importarle tanto algo así, pero su mente estaba tan saturada que los pensamientos negativos iban y venían en espiral, y no le dejaban ver nada con claridad.

A todo esto había que añadirle que, sorprendentemente, su deseo sexual era menor y tenía más sueño que de costumbre, por lo que tuvo que reducir su tiempo de meditación y casi todas las tardes acababa durmiendo la siesta unas horas. Lo extraño era que por más que dormía no descansaba, más bien al contrario: se levantaba más cansado que antes y con malestar. También se había vuelto más olvidadizo y tenía que consultar a menudo apuntes sobre talismanes y métodos de cacería que él mismo había ideado. No tenía ningún sentido.

Respecto a su entrenamiento, todos los esfuerzos para fortalecer su nuevo núcleo dorado y recuperar la condición de su cuerpo anterior parecían ahora haber sido en vano, y ni hablar de pensar en volver a usar a Suibian alguna vez. Desde que había empezado a tener pesadillas y a sentir tanta angustia su fuerza espiritual ya no aumentaba, y estaba bastante preocupado por ello.

A pesar de todo y como era costumbre en él, Wei WuXian intentaba seguir adelante lo mejor que podía, y seguía pensando en cómo solucionarlo sin haber llegado aún a ninguna conclusión. Era mentalmente agotador.

Un día llegaron dos mensajeros de una ciudad lejana. Tenían problemas con un monstruo que atacaba a la gente, sobre todo a los niños. Otros cultivadores ya habían intentado derrotar a la bestia sin éxito, y habían oído hablar de Lan WangJi y de Wei WuXian. Lan XiChen los recibió junto a su hermano en el vestíbulo principal.

—Líder de secta, estamos desesperados —dijo uno de ellos con pesar.

Ambos parecían muy cansados y tenían algunas heridas. El más joven llevaba un brazo vendado, y los dos vestían ropas de cultivador.

—No solo ataca a los adultos, sino también a nuestros niños. Si esto sigue así la ciudad entera tendrá que mudarse a otro lugar.

—¿Podrían decirme qué aspecto tiene? —preguntó Lan XiChen.

Una cura para el almaWhere stories live. Discover now