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Para JiMin, YoonGi es alguien amable sin una pizca de maldad, él único que le brindó una mano.
Para YoonGi, JiMin es un simple humano.
Pero... ¿Por qué un simplemente...
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JiMin observó aquella mirada del mayor y sólo entonces entendió el significado que tenía.
YoonGi creía que estaba lastimado.
El castaño comenzó a bajar los escalónes cuidadosamente, un paso en falso y podría resbalar y el solo pensamiento de ello, estremeció el cuerpo del menor.
Una vez hubo bajado el último escalón, JiMin se permitió respirar tranquilamente nuevamente y se encaminó hacia donde estaba YoonGi.
El suelo era un desastre.
Mucha sangre en todas partes y cuerpos inertes en el suelo.
Muchas vidas pérdidas, pero aquello no le pudo importar mucho, porque eran sus captores, o mejor dicho los peones de su captor original.
El castaño detuvo sus pasos cuando algo no cuadro en aquella escena.
Había escapado muy fácil. Y en todo el camino hacia la sala principal no se había topado con ella.
Algo le inquieto, y su corazón se estrujó cuando la vio entrar por aquella puerta, luciendo como si el suelo donde pisaba no había carne y sangre regada.
Pero temió cuando vio a quien traía en sus brazos. Inconcenientemente.
— ¡Alec! —grito JiMin, en dirección de ella.
Los demás se giraron para ver y gruñeron al verla parada frente a ellos, como si nada malo estuviera pasando, con Alec en sus brazos.
— Bravo, Bravo, se deshicieron de los estorbos, que gran trabajo —ella les alabó, mientras les sonreía cínicamente.
— Suelta a Alec, sueltalo —gruño HoSeok, apretando sus puños manchados en sangre.
Ella comenzó a reír fuertemente.
— Oiya, Oiya~ no querrás despertarlo y traumarlo con esta escena tan perturbadora —murmuro ella, caminando lentamente hacia donde estaban ellos, deteniéndose a una distancia prudente.
— Sara, deja ir a Alec, es sólo un niño —pidio JiMin.
Su rostro se volvió serio y una mueca fue puesta en su rostro.
— Un niño que posee la misma sangre que tú, querido JiMin —expreso mientras acariciaba los cabellos oscuros del infante.
— Alejate de mi hijo —demando HoSeok, dando pasos hacia al frente.
Ella alzó su dedo índice e hizo una seña negativa.
— No querrás hacer eso HoSeok-ssi, la vida de tu hijo está en mis manos —amenazo Sara.
— Co-como diste con él? —demando saber HoSeok.
Ella se encogió de hombros. —Sabias que las niñeras son muy saboteables, y mas las jóvenes, aparte... Su sangre era dulce.
