Capitulo 22/ Cartas en el asunto

447 42 32
                                    

Me senté en aquel escritorio viejo que había en la habitación. En cuanto abrí la carta reconocí la peculiar letra de Johan con un cordial saludo, "Querida Bianka". Saqué la carta por completo temblorosamente para poder empezar a leerla.

"Querida Bianka,

Sé que he estado desaparecido estos días y que te he dejado sin respuestas. Todo lo que pude hacer para que supieras que estaba presente fue dejarte ese pequeño broche que me dieron durante la Guerra. Estoy consiente de que no merezco una respuesta tuya, sin embargo, no puedo quedarme con estas palabras amargas que luchan por salir día a día. Por ahora tengo prohibido verte, no puedo interferir con asuntos de Bürke. Yo no esperaba que todo esto siguiera este camino pero en estos momentos no tengo opción, cada día me acechan más. Mi apellido se encuentra en la mayoría de cortes del país en busca de mí y de mi padre, junto con todos sus cómplices. Me he enterado de lo que ha pasado estos días y de lo que planea Dieter. De haber sabido que tú y Mila se encontrarían en peligro no las hubiera buscado en un principio porque yo sé lo que alguien como yo puede causar. Nunca fue mi intención hacerte daño ni mucho menos a tu familia, nunca merecieron esto. Por alguna razón el destino nos unió y de alguna manera ha comenzado a separarnos, para bien y para mal. No quiero que esta carta sea la última vez que sepas de mí, y si me lo permites, me gustaría volverte a ver una vez más. Quisiera aclararte todo este asunto porque lo mereces.

Calle Wojciecha Korfantego 2, 9:00 pm.

Entenderé si no quieres verme más. En caso de que no nos volvamos a ver... te amo Bianka Rutkowski.

Johan"

Esa última frase retumbó en todos los rincones de mi alma. Mis nervios comenzaron a aumentar haciendo que mi cuerpo temblara. En ese momento tuve una especie de epifanía, como si una parte de mí volviera a revivir. Parte de mi esperanza regresó y no podía dejarla ir. Tenía que ir a hablar con Johan. Además de que me daba curiosidad lo que tenía que decir en su defensa. Al mismo tiempo no sabía cómo reaccionaría Alenka, así que surgió una idea malévola en mi cabeza. Sé que nunca le había mentido a mi mejor amiga y había confiado en mí desde que me conoció, pero esto era un asunto diferente. Me mataría si le dijera lo que realmente haría.

—Podría decirle que Dominik quiere hablar conmigo sobre la otra noche, algo del caso de Johan— me dije a mí misma en voz alta. Asentí aceptando mi propia idea.

Bajé como si nada hubiese pasado, tranquilamente acoplándome a la conversación entre Alenka y Jarek.

—¿Todo bien?— preguntó Alenka.

—Si, si. Solo fue Dominik— respondí nerviosa.

—¿Dominik? ¿Qué quería?— preguntó sospechosamente.

—Hablar sobre anoche. Creo que se dio cuenta de lo que pasaba y quiere que vaya al despacho a ayudarlo en una cosa.

—Claro, supongo que es para que le ayudes con el caso de Johan, ¿no?

—Sí, eso ha de ser— me encogí de hombros.

—¿Y cuando?

—Esta noche.

—Esta noche...— hizo una mirada pilla. Rodee los ojos ante sus pensamientos chuecos y Alenka rió.

—Iremos a comer esta tarde— interrumpió Jarek.

—¿A donde?— dije entusiasmada.

—A un lugar que acaba de abrir, es de mis primos— respondió.

—¿Y está rico?— reí.

—Pues eso vamos a investigar— dijo Alenka riendo.

—Suena bien— agregué. —¿Aceptan monstruos?— dije bromeando frente a Mila.

Edelweiss: el pasado al acechoWhere stories live. Discover now