-Ицеvэ-

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¿Cómo podía ser?

Iba camino de pasar cuarenta y ocho horas con la misma persona.

¡Y no se cansaba de él!

Le oía gemir mientras él se dedicaba a deponer toda su atención en complacerle.

Sentía sus dedos enredarse en su pelo.

Notaba cómo lo invitaba a profundizar todo y más en su interior.

Si por él fuera no cesaría de comérselo durante toda la noche pero...

Su erección empezaba a doler.

Y sus bolas estaban cargadas y listas para explotar.

Logró crear hasta tres orgasmos al castaño quien ya ni siquiera lograba articular palabras con sentido.

A toda prisa, Sasha ascendió a través de su cuerpo distinguiendo como Dylan separaba todo lo que podía las piernas para darle espacio y cabida.

Ni necesidad tuvo de dirigir su pene al lugar exacto pues por sí mismo ocupó el sitio correcto.

Lo supo en el instante en que Dylan dio un gemido más fuerte que los demás.

Ni acordarse uno u otro de que algo faltaba entre ellos.

Enloquecido, Sasha inició una serie de embestidas las cuales provocaban dar incesantes suspiros por parte del joven.

Éste, aferrando de ambos lados del rostro al moreno y aproximando su boca a la suya, jadeó:

-Más, más, oooh, más rápido Sasha-

Sasha arremetía con pasión en el interior del joven arrancándole gemidos por doquier.

Aquello no era solo sexo.

Allí había algo más.

-Sa...Sasha- exhaló su nombre.

Súbitamente, Sasha se incorporó con él en peso.

Dylan se agarró tanto con brazos como con las piernas al moreno, notando cómo lo mecía con sus poderosos brazos.

Quería gemir.

Deseaba gritar.

Lo sentía condenadamente bien.

-Sa...Sasha, yo...yo...oooh Dios mío- exclamó casi sin fuerzas en la voz.

Sasha notó que rozaba el culmen.

Apretando los balanceos con sus brazos empezó a gruñir casi igual que si se tratara de un animal.

Oía decir su nombre al joven una y otra vez y comenzaba a volverle loco.

Agarrandole con firmeza por los glúteos, lo movía a su antojo, sintiendo cómo lo traspasaba.

Dylan lo notaba profundo.

Demasiado.

Su lengua se trababa.

Su cuerpo temblaba.

Iba camino de un cuarto orgasmo y por lo que empezó a sufrir sería el definitivo.

-Sa...Sa...Sasha, no...no...no puedo...Sa...Sasha, yo...yo...-

El moreno aceleró los vaivenes con sus brazos hasta que en un murmullo anunció:

-Me corro-

Dylan estrelló sus labios con los suyos...

Y ambos cayeron al precipicio.

Sus cuerpos sufrían una más que increíble agonía.

Entre temblores y convulsiones, los dos se derrumbaron juntos al lecho.

Agitados, ambos respiraban.

Sasha miró al castaño a los ojos.

Dylan lo hizo a él.

Despacio, Sasha llevó ambas manos al cabello del joven para con suavidad acariciarlo.

-Lo siento- se disculpó en voz tenue.

-¿Qu-qué?- se extrañó Dylan -¿Por-por qué dices que lo sientes?-

-No lo usé y...tampoco me detuve- contestó Sasha.

Dylan esbozó una sonrisa.

Asiéndole del rostro apuntó:

-No es solo tu culpa-

Sasha dibujó los labios del joven con la yema de su índice.

-Debí parar y...no lo hice- respondió.

Dylan tragó saliva.

-Y no lo hice porque...- Sasha se quedó en silencio fijando sus ojos en los del castaño.

-¿Por qué?- preguntó Dylan con su rostro sujeto entre sus manos.

Lentamente, el ruso comenzó a aproximar sus labios a los suyos.

-Porque no quise- confesó en un hilo de voz.

Y sus bocas se fundieron entre ellas.

Sasha supo entonces qué era ese calor tan agradable que nunca antes había sentido.

Ese cálido sentimiento que envolvía su corazón y que amenazaba con salir disparado de su pecho.

Esa sensación nueva para él.

Ese latir incesante de su corazón.

Amor.

Un día le había hecho falta para caer rendido ante aquel joven americano.

Veinticuatro horas con él y no solo había calado en su persona.

No quería que desapareciera.

Se negaba a dejarlo ir.

Y bien seguro que iba a apalear a Ivan por haber mandado que lo cogieran.

No.

Lo que verdaderamente le haría sería, primero, exigir explicaciones.

Lo segundo, darle tal paliza que no pudiera sostenerse.

Y por último, lo abriría en canal, le sacaría las vísceras, le cortaría la lengua para finalmente descuartizarlo y servirlo como cena a los peces.

Y no lo había tocado...

Aún.

"Quien se atreva a tocarte... está muerto"

Se dijo en su interior Sasha sin dejar de besar al castaño.

"Tú eres exclusivamente mío"

Y rodeandole con posesión, les hizo rodar en el lecho.

SASHA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora