DARK QUEEN ||Bucky Barnes||

Capítulo. 7

Hydra.

Toda la unidad de los 107 cayó en manos de Johann Schmidt y el Dr. Arnim Zola, el segundo experimentó con varios soldados que desafortunadamente murieron en el proceso. Jordan y James fueron sometidos a esas pruebas pero resistieron los experimentos, cosa que sorprendió a los doctores. Por ello, los aislaron de los demás soldados para continuar con las pruebas. Hydra quería modelar el mundo a su manera, hacer a las personas esclavos del miedo y que al verse atrapados no tengan otra opción que rendirse ante ellos.

Zola corría por la base buscando a Schmidt, tenía algo muy importante que decirle, algo que cambiaría el curso de Hydra. —Johann, descubrí algo muy importante.— Dijo el doctor entrando al despacho del antes mencionado.

Schmidt es un científico con la ambición de ser un hombre superior, ambición que lo llevó a probar una versión no perfeccionada del Suero del Súper Soldado en sí mismo, lo que desfiguró su cuerpo y acabó siendo apodado Red Skull.

—Doctor, dígame. ¿Qué encontró?— Mira a Zola interesado por lo que este diría.

—La mujer, es compatible con el suero que el doctor Albert Taylor creó antes de fallecer.— Armin muestra las evidencias de su descubrimiento.

Cráneo rojo quedó atónito con la noticia. —Es imposible, el doctor en sus informes dijo que la sangre usada para el suero de regeneración provenía de una mujer que ya estaba muerta.— Revisó cada informe.

—Pues mintió, su hija es la donante, ese suero es incompatible con cualquier otra muestra. La sangre de la Teniente es la única que ha concordado increíblemente, tanto que el suero regeneró las células de la sangre inmediatamente cuando hicieron contacto por primera vez.— El bioquímico le responde.

—¿Está diciéndome que la pequeña no murió en ese accidente?— Preguntó Schmidt viendo al doctor.

—Al parecer sobrevivió al choque de ese auto en 1919 y ahora está en mi laboratorio.— Arnim respondió cada interrogante de Johann, odiaba admitirlo pero le tenía cierto miedo.

El aliado de Hitler ve una oportunidad en aquella información. —Entonces podemos aprovechar que la hija del doctor, está con nosotros. Sería el arma perfecta, se infiltraría en cualquier lugar y nadie sospecharía de ella. Hydra dominaría el mundo con ella de nuestro lado.— Sonríe malevolamente, no perdería la oportunidad de expandir su organización.

—¿Debo seguir con la pruebas?— El de origen suizo pregunta algo preocupado.

Johann asiente. —Continue, Doctor. Ahora que por fin la tenemos, no podemos soltarla.—
Zola se retira de la oficina del alemán, con muchas ideas para sus experimentos pero también con algo de remordimiento por lo que haría.

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Por otro lado, Jordan trataba de mantener consiente a su mejor amigo, el cual repetía una y otra vez su nombre.

—James, coopera. Deja de decir tu nombre como si estuvieras loco.— Gritó la mujer amarrada a una camilla. —¡Necesito de ti ahora!—

Bucky seguía susurrando su nombre, el hombre realmente estaba fuera de si.

—¡Carajo!— Jordan se agitó en la camilla logrando zafar una de las correas que la apresaba. —Tranquilo, Buck. Te sacaré de aquí.— Se quita todas las ataduras y se acerca al Sargento para soltarlo. —Cariño, mírame.— Le acomoda los cabellos al mayor.

—Bonita.— Sonríe débil. —¿No se supone que yo debo rescatarte?

Jordan le besa la frente. —No estamos para esa discusión ahora, hay que salir de este lugar.— Trata de desatarlo pero al igual que James, sus fuerzas estaban agotadas por las tantas veces que fueron torturados.

Zola entraba justo en ese momento al laboratorio donde los tenía secuestrados. —¡Guardias!— Grita el doctor llamando a sus soldados para que controlaran la situación.

Jordan es tomada por los brazos y se agita tratando de escapar. —¡Déjenme, sucios bastardos!— Grita desesperada.

James trata de desatarse, estaban lastimando a la mujer que amaba. —¡Suéltenla, ya!—

Jordan patea a los guardias con la poca fuerza que acumuló, con sus habilidades de combate inicia una lucha que por poco gana pero una aguja fue clavada en su cuello, haciéndole ver una pantalla negra.

—¡NO!— Se escucha el grito del hombre originario de Indiana.

Arnim sin más opciones, nuevamente sedó a ambos jóvenes, como lo había hecho desde hace dos meses, haciendo que los dos soldados cayeran en un profundo sueño, del cual les costaba siempre despertar, pero pronto eso se acabaría, ya que un amigo muy cercano iría a rescatarlos y juntos volverían a casa.