Mi plan perfecto - Cap. 3

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Bien, ahora que por fin estoy aquí, voy a causar una guerra, por pura diversión, claro, aunque ¿como podría causar la mayor de las guerras vistas para los humanos?, no tengo muy claro que es lo que más les molestaría, que tal si primero los observo para así saber que les importa, y arruinárselo, si, creo que es buena idea.

Me paseo por las calles más llenas, veo a los lamentables humanos ser felices, sin ser conscientes de lo inútiles que pueden llegar a ser, con una perfecta sonrisa en sus rostros, que inocentes son las criaturas más débiles. Observando un poco, no hay que ser muy listo como para darse cuenta de que lo más importante para ellos son esas pequeñas criaturas, las cuales parecen copias de menor tamaño de cuyos humanos más altos y viejos llevan de la mano, la verdad, se parecen a los que ya he visto antes en el Olimpo, ni si quiera se nota la diferencia de quienes no tienen poder a quienes sí de esas pequeñas criaturas, porque tienen una mente perversa en ambos casos, si, estoy hablando de los niños, los perversos y malvados niños.

No se nada de los niños más que los malvados que pueden llegar a ser, y como los ingenuos padres dicen la frase de "son niños" cada vez que intenta encubrir algo que han causado estos pequeños demonios. Pero por desgracia, tanto humanos, como dioses, les cogen cariño de una manera inexplicable, así que, si quiero causar una guerra, solo tengo que matar a un niño, e inculpar a otro, fácil y sencillo, lo mejor es que me voy a divertir, suena a psicópata, lo sé, pero solo hay que analizar la pequeña mente de estos seres y los actos que provocan, y descubrirás que lo que digo, es verdad.

Me dispongo a encontrar un callejón, para así matar a un niño huérfano, hecharle la culpa a un niño rico, y pum, una guerra entre la justicia y la nobleza, creo que puede ser muy interesante de ver quien gana, y como se desarrolla cuya dicha guerra.
Miro a mi derecha y lo veo, un callejón en el que hay un niño huérfano con un trozo de pan el la mano, lo más probable es que lo haya robado, después de matarlo solo tendré que inventarme que un niño rico lo siguió, se burlo de el y junto a sus amigos (también ricos), le pegaron una paliza, hasta que cayó muerto, y los niños salieron corriendo después de ver el crimen tan atroz que acababan de cometer, simplemente perfecto.

Me acerco lentamente al niño, cojo el cuchillo que siempre llevo en el bolsillo izquierdo de la chaqueta, lo saco lentamente, pero...
-¡Que se supone que haces!, ¿estas loco intentado matar a un niño? (?)

Ares y Afrodita, un amor prohibidoWhere stories live. Discover now