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Marzo, 2008.

Nada ha estado totalmente bien desde aquel día, sin embargo no podían darse aquel sentimiento de poder olvidar, superar y seguir adelante. Karla West, de 15 años todavía seguía sin rastro alguno, la tierra la había consumido. Los problemas habían sido más intensos para la Familia West- Rodríguez. Habían asesinado a uno de los tres detectives que estaban detrás del caso de su hija el 26 de febrero; emboscado en su automóvil con seis balas en su cuerpo y más en la infraestructura del móvil.

Uno de los dos detectives estaba en un miedo avalancha que lo perseguía, su vida estaba en su punto máximo de resplandor para que un golpe lo derrumbe. Su esposa lo presionaba con regularidad para dejar de seguir el caso, no quería quedarse viuda luego de haber intentado por mucho tiempo ser madre. Ben Horan era el que seguía en marcha.

Trataba de saber la forma en la que Will Tomlinson trabajaba, sabía que un poco más de medio año no era suficiente para saber los pasos precisos de aquel sujeto que aparentaba ser el gerente de una gama de restaurantes al norte este del país. Aquel sujeto que mostraba sus cuentas en orden ante Inglaterra, por ello Ben Horan junto con su compañero Bruce Michelle debían de encontrar la forma adecuada de meterlos tras las reja.

Sus piernas estaban sobre el regazo, este jugaba con las cintas que tenían los bolsillos laterales de aquel pantalón beige, mientras que el otro leía, todos en la habitación de Louis Tomlinson un día viernes, horas después de salir de clases.

Habían salido en tres ocasiones a la pizzería de la cuadra desde que Harry inicio con las terapias para poder manejar su fobia a los lugares externos.

—Mira, las vacas también tienen mejores amigos.

—Qué tierno, Hazzi.

—Eres mi vaca.

—Eso no es tierno.

Rio ante el comentario de su rizado favorito. Había comprendido el punto, pero no estaba en su categoría de frases tiernas a expresar para el chico que le gusta. Su sonrisa cuando hablaba con Harry era difícil de ocultar y ni siquiera pensaba en hacerlo.

—Oh, sabes a lo que me refiero. —Respondió Harry.

—¿Así que está decidido? Es decir, ¿Tomarás la universidad de Royal Veterinary?

—Es la mejor opción que tengo, y lo mejor de todo: Estaremos muy cerca.

Louis Tomlinson aplicaría para entrar a la University College de Londres que quedaba en el centro de la Ciudad de Londres a cinco minutos de la Universidad a la que, también aplicaría Harry. Eso significaría mudarse juntos y rentar un departamento cerca de la área.

—Sí, lo sé, amor.

—Hablé con Liam.

Golpeó Harry, fuertemente la mente del contrario con esa frase. Este se levantó para verlo. Harry se sintió nervioso y se dispuso a seguir la conversación mientras su vista seguía impregnado en las letras del libro.

Louis se sintió nervioso, todos los días se armaba de valor para hablar sobre Liam con el rizado, pero su orgullo había sido más fuerte estas últimas semanas.

—¿Cuando?

—Hace una semana me envió una carta. Decía que tomaría la universidad a la que tú también irás... Y que nos extrañaba.

—Oh sí, por eso responde mis llamados y mensajes.

—Louis, no seas malito. Todos aún seguimos frustrados y con odio.

Louis no quería escuchar nada sobre su mejor amiga; ponerse mal en frente de Harry no estaba en sus planes, se prometió no hablar nada al respeto, pero siempre buscaría la forma de encontrar pruebas.

Asintió con su mirada hacia abajo, no quería que aquel nudo en la garganta se sintiera con más intensidad. Jugó con sus manos por un par de minutos en los cuales ambos mantuvieron su voz guardada.

Durante el lapso de la desaparición de Karla West, la Policía trabajaba arduamente para poder encontrar su paradero y también el de las personas responsables del desastre y pánico en Reino Unido. La Policía Metropolitana había hecho cuatro operativos en algunas zonas del este norte del país, capturando a 9 sujetos que son cómplices del tráfico de infantes. Gracias a ellos dieron con el paradero de otro grupo de 6 personas más, este grupo se conformaba por agentes de telefonía móvil, secretarios en bancos, guardias de parques y vigilantes del centro comercial de aquella región.

Sin embargo, esto generó la guerra entre ambos grupos. El Cartel asesinó a la nieta del Ministerio de Seguridad, prendió en llamas tres guarderías simultáneamente y la amenaza directa de cuatro de veinticinco detectives involucrados en el caso. Entre ellos Ben Horan. Desde ese día se supo que en la Estación Policial Metropolitana habían infiltrados. Y, desde Enero de 2008 el anonimato de este grupo de detectives es más intensa y segura. 

«[...] Luego del anuncio de la familia Guitierrez con relación del desaparecimiento del investigador privado Jaime Guiterrez hace dos días, se encuentra su paradero sobre la costa de la Isla Man, al oeste del país. Aún la Policía no está disponible para dar más detalles a este caso que ha dejado a muchos habitantes ingleses con miedo. En la emisión de la noche le daremos más información, volvemos a los estudios. Buenas tardes.»

Johannah estaba debajo de la puerta con una radio portátil en sus manos, todos en la habitación se miraban entre sí. Sabían que Will estaba detrás de eso.

La respiración de Harry dejaba de tener sentido, sabía que caería. Sin embargo en su mente pedía tranquilidad y trataba de respirar tranquilamente. Mordía su mejilla por dentro.

—¡Él sabe que dijimos mucho! ¡Johannah no podemos estar aquí! ¡Nos matará!

Explotó con mucho miedo. Louis tomó su mano, sin embargo tenía el presentimiento que esta vez no funcionaría su cálido tacto.

—Cariño, tranquilo. Will sabe que no puede meterse con nosotros.

—¡No es así! Cada vez están más cerca de encontrarlo, ¡Esto es una señal! ¡Nos está advirtiendo!

Louis miraba a su madre y le negaba, con esto pedía decirle que no hablara más del tema. Johannah se acercó a ellos, pero no tanto para que Harry se sentirá acorralado.

—Harry, lo siento. Pero no quiero que te sientas excluido de toda esta situación.

Harry asintió. Él pidió saberlo, puesto que odiaba escuchar los susurros de Louis y Johannah en la cocina cuando se suponía que todos debían de estar descansado para el día de mañana. Sin embargo, él no sabía que esto podía dañar más el proceso que sostenía con su terapeuta Patricia.

—Mañana debes de estar bien, Hazzi. Mañana es el recital de la banda en el colegio. ¡Tendrás un solo! Así que, por favor no te sientas mal.

—Ya no me siento mal.

Louis rodó sus ojos. Solo era un decir, Louis sabía que unas palabras no pueden cambiar ese estado de ánimo. Dejó de tomar su mano y vio a Johannah.

—Me voy.

—Te sigo. —se levantó Louis. Vio a Harry y este solo permaneció con sus brazos cruzados.—Te hablo después.

Ino- centeWhere stories live. Discover now