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El pelimorado preparaba su ropa para la cena que tendría con sus amigos ese mismo día. Taehyung lo había llamado para confirmar que iría y obviamente contestó con una afirmativa.

Ambos se conocían desde niños, y aunque Jimin era unos meses mayor, siempre había sido el pequeño consentido de Tae. Ambos se querían demasiado, eran como hermanos de distintas madres, siempre se tenían el uno al otro sin importar qué. Eran almas gemelas.

Cuando el mayor comenzó a tener problemas económicos, el más alto no dudaba en ayudarlo, sin embargo Jimin casi nunca aceptaba esa ayuda. De esa manera, el menor había desarrollado una sobreprotección bastante grande hacia el de cabellos púrpuras.

Tae sentía que debía cuidarlo de todos y de todo.

Junto con Yoongi siempre cuidaban del bajito, no había día en que no pensaran en él y en como estaría. Necesitaban saber si había comido y dormido bien, si necesitaba algo o si solamente quería algo de cariño. La felicidad de Park era la suya también.

Por lo que Jimin, a pesar de saber que tal vez era demasiado exagerado festejar algo tan pequeño como una probabilidad en su futuro, entendía que su amigo se alegraba por él incluso en sus logros más pequeños.

Jimin adoraba a esos dos, eras su lucecita en los días más oscuros.

Con cuidado tendió las prendas sobre su cama, vigilando que estén en perfecto estado. Suspiró al ver que incluso su mejor ropa tenía pequeños desgastes, pero no podía hacer mucho, no podía salir a comprar ropa nueva cuando a penas le alcanzaba para comprar comida.

Ignorando el detalle, pues sabía que a sus amigos no les interesaba algo tan banal, se dirigió al baño, listo para tomar una ducha.

Mientras sentía el agua correr en su piel pensó en lo que estaba sucediendo.

¿Acaso todo era real y no un tonto sueño suyo?

Las últimas semanas habían sido las mejores de su vida. Tenia trabajo y hacía lo que más amaba con alguien que realmente admiraba. Su corazoncito se aceleraba solo con pensar en ver nuevamente a su ídolo y profesor. Y como si fuera poco, había una posibilidad para que bailara en uno de los festivales más importantes del país, algo tan grande que siempre había visto tan lejano. Y únicamente gracias al castaño que siempre lo animaba en los ensayos. Todo parecía irreal, pero le encantaba.

Había momentos en que solo temia despertar y que todo lo bueno nunca haya existido.

Por fortuna, eso nunca sucedió ni sucedería.

Salio de la ducha, secó su cuerpo y rápidamente se vistió.

No faltaba demasiado para la cena con sus amigos, por lo que tomó su teléfono pensando en qué hacer... Quería hablarle, pero no lo haría. No podía evitar sentir timidez, sin importar cuanto tiempo habían pasado juntos.

Tal vez era tonto, pero para él era común avergonzarse de sí mismo. No se tenía la suficiente confianza y temía hacer las cosas mal, muchas veces se guardaba las cosas solo por miedo y a pesar de saber que eso no era bueno, no hacia nada para evitarlo. Ahí es donde entraba su querido amigo, quien le animaba a hacer las cosas sin preocuparse.

Jimin miró el reloj, notando que el tiempo pasaba realmente lento, por lo que decidió mirar sus redes sociales por un rato, una buena manera de perder el tiempo.

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