Capítulo 16

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Capítulo 16

El techo era tan bajo y tan blanco, y yo estaba tan aburrida...

Miré el reloj de pared que estaba en la sala de descanso; me quedaban solamente siete minutos exactos para que mi receso terminará. Recostada en el sofá de color negro, mientras bebía mi jugo de naranja, pensé en los acontecimientos de la semana.

Para empezar, estaba Mercedes quien desde que tomamos aquel café juntas, cuando compartimos confidencias, había decidido "adoptarme" por así decirlo, y cobijarme bajo su sombra. En el colegio me buscaba en los recesos para que me uniera a su grupo de amigos de los que, claro, ella parecía ser la líder; estaba más o menos bien con eso, en general, no me gustaba ser la marioneta de nadie, pero estaba demasiado cansada como para resistirme. Nunca terminaría de adaptarme a ellos, pero eso a Mercedes no parecía importarle en lo absoluto; no era una mala chica, pero sí muy caprichosa cuando se lo proponía.

Con Rachel no había tenido más contacto, a pesar de que intercambiamos números ese mismo fin de semana, y a decir verdad, lo prefería de esa manera; ser amiga de la chica a la que ama Quinn sería definitivamente difícil, yo aún no estaba mentalmente preparada para eso, tampoco creía que lo estaría nunca.

Y, hablando de Quinn, la peor amiga de la historia, por decirlo del modo amable; quien, aunque era amistosa cuando me veía, ya no me contaba nada sobre Rachel y evitaba a toda costa cambiarse delante de mí, antes y después del entrenamiento, como si pensara que iba a irme sobre ella al darme la más mínima oportunidad, como si en algún momento eso hubiera pasado. No sabía cómo sentirme al respecto, pero lo que más me daba era: coraje. Ella no tenía razones para comportarse así conmigo, nunca las tuvo y no tenía por qué tenerlas ahora. Sinceramente, extrañaba a mi amiga, la quería de vuelta.

Por último, para aderezarlo todo, estaba Lopez cuyas palabras no podía sacar de mi mente, ella dijo: "Hoy no Pierce, no cuando estás sufriendo por otra". No dijo "Nunca vuelvas a intentarlo" o "Jamás pienses en tocarme otra vez", en lugar de eso me había besado en la mejilla. ¿Qué se supone que significaba eso? Claro, era difícil adivinarlo si en el instante en el que pisé la cafetería avergonzada y, para qué negarlo, un poco expectante por lo que haría la latina, ella solamente me trató como si nada hubiera pasado. No debía comportarse así, definitivamente "algo" había pasado y yo quería saber qué había sido.

Estaba harta del descontrol en que se había convertido mi vida, estaba harta de que todos parecían actuar como si me hubiera vuelto loca, y estaba harta de continuar como si nada pasara cuando pasaba todo.

—Hoy no —murmuré para mí mismo, no necesitaba deprimirme con mis propios pensamientos.

—¿Qué dices, Brittany? —preguntó Puck desde la entrada de la sala.

La interrupción tan brusca de mis pensamientos me sorprendió, por lo que casi hago que se me caiga el vaso de cristal que estaba sosteniendo en mi mano. Afortunadamente logré que permaneciera en mi mano, no necesitaba que me descontarán el precio del bendito vaso, porque creanlo o no, era un vaso costoso, todo en esa cafetería lo era.

—No es nada, solo estoy aburrida —contesté recuperándome de la impresión.

—Sí, odio cuando no hay clientes, porque Lopez nos pone a hacer limpieza —se quejó Puck yendo a su casillero para buscar algo.

—Extraño a Tina —comenté más para mí misma que para él.

Mi semana de capacitación había concluido, ahora podía entrar a las 8 en punto como los demás trabajadores, por lo que Tina ya había vuelto a su horario normal de cuatro turnos en fin de semana.

—Pero parece que te llevas mejor con Jones —comentó sacando su teléfono para ponerse a revisarlo de inmediato, sonriendo a la pantalla.

—Claro, pero Tina era tan amable y atenta —respondí sin darle importancia, no era mentira, Tina era más amable que Mercedes, y apostaba que a su lado las cosas no se me harían tan mortalmente pesadas.

—¿Te enamoraste de ella? —preguntó risueño, sonriendo con complicidad, no tenía ni idea de dónde había sacado esa conclusión.

La puerta se abrió nuevamente esta vez para darle paso a Lopez, con su usual porte elegante y su rostro frío.

—Seis capuchinos para llevar, Puck —ordenó la morena.

—¿No podrías hacerlos tú? —Fue la respuesta de Puck, totalmente molesto.

—Podría, pero no quiero —contestó la encargada encogiéndose de hombros, como si lo que estuviera diciendo fuera lo más obvio del mundo.

Puck suspiró entre molesto y cansado, metiendo su móvil de nuevo al casillero para salir a hacer los cafés.

—Todavía me debes una respuesta, Brittany —inquirió Puck antes de salir.

—¡No lo estoy! —grité hacia él, pero no estaba segura de si me escuchó o no.

—Cinco minutos, Pierce —anunció Santana imperativa.

—Claro —respondí echándole un vistazo a mi croissant a medio comer, cada vez comía menos, también cada vez me deprimía más.

La morena se detuvo en la puerta para mirarme, estaba cruzada de brazos totalmente molesta, parecía querer decirme algo, pero yo no tenía ni idea de qué.

—¿Qué sucede? —pregunté algo nerviosa al ver su expresión de disgusto hacia mí.

Santana suspiró largamente decidiendose a entrar en la sala, caminó hasta sentarse junto a mí en el sofá, me enderecé de manera automática al sentirla tan cerca de mí, además, sin saber muy bien por qué, mi corazón comenzó a acelerarse de inmediato.

—He sido muy paciente con tu comportamiento, pero la verdad es que estoy comenzando a cansarme —soltó Santana apretando el puente de su nariz, ella parecía estar de bastante mal humor.

—No sé de qué me hablas —contesté con total sinceridad, yo no tenía ni idea de lo que hablaba la morena, estaba totalmente perdida en la conversación.

La latina cruzó sus piernas, al tiempo en que también cruzaba los brazos a la altura del pecho levantó una ceja y me heló con sus tormentosos ojos negros. Parecía una modelo de pasarela, tan guapa... Solté un suspiro involuntario, debido a mi repentino pensamiento.

—Hablo de que primero intentas besarme y ahora me ignoras abismalmente, y déjame decirte algo, Pierce, odio ser ignorada —dijo de manera contundente.

Me estremecí ante sus palabras, entonces ella también estaba expectante sobre lo que podría pasar o no luego de ese día. Pero si estaba igual que yo, ¿por qué no dijo nada?

—Yo no pensé que tú quisieras que yo... es decir... yo todavía... y Quinn... además... definitivamente no te estoy ignorando —balbuceé sin sentido, sintiendo como comenzaba a sonrojarme.

—No hables —pidió, su rostro cambió de molestia a diversión en cuestión de segundos, definitivamente no había nada divertido en ese momento.

—Me queda claro que no darás el primer paso, te creía más valiente, Pierce.

—No pensé que lo estuvieras esperando, Lopez —dije recuperando mi voz.

—Llevo un tiempo observándote, ¿sabías? —dijo simplemente con una sonrisa bailando en sus rosados labios.

Eso me emocionó, logrando recuperar un poco del ego perdido, era inusual que una chica, tan atractiva como Lopez, haya estado observándome precisamente a mí.

—Voy a cobrar el favor que me debes —dijo.

Yo asentí para que continuara, no podía imaginarme lo que ella querría de mí.

—Tendrás que trabajar el 31 de octubre —exigió.

—Está bien —dije confundida.

¿Por qué me pedía eso?, Santana sonrió con malicia, se levantó del sofá, caminando tranquila y resuelta hacia la salida.

—Tu descanso terminó —anunció y salió de la sala de descanso.

¡Qué encuentro más raro!

BreadstixWhere stories live. Discover now