Capítulo 32

460 47 2
                                    

Capítulo 32

Mi cuerpo entero gritó de dolor al ser sometida a tan bajas temperaturas, pero ya estaba acostumbrado a aquella sensación gracias a mi arduo entrenamiento. Entre más tiempo permaneces bajo el agua, más se entumece tu cuerpo, es por eso que cada brazada que daba me costaba más trabajo que la anterior; mi respiración se estaba volviendo entrecortada y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, pero yo solo podía pensar en ir más rápido... Superaría esos cien metros... "¡Vamos!" Gritaba en mi mente obligándome a seguir nadando, casi podía saborear la victoria, me quedaban solo unos centímetros para alcanzar la meta...

Los vítores de la multitud se alzaron por todo el lugar.

Salí del lago calada hasta los huesos con la adrenalina aún presente en mi cuerpo, quería gritar, rugir de la emoción, pero sabía que mi cuerpo no me respondería debido a la baja temperatura, lo único que era capaz de hacer era temblar de frío de pies a cabeza; de inmediato un grupo de expertos en primeros auxilios se acercó a atenderme, me dieron una toalla caliente, revisaron mis signos vitales y al finalizar los exámenes me felicitaron por haber participado. Hicieron lo mismo con el resto de las competidores que fueron llegando tras de mí.

En esta carrera no había segundos lugares, solo el primer puesto recibía la copa y por primera vez en décadas, un miembro de un equipo que no pertenecía al club de Columbus, tuvo el honor de alzar esa copa.

Luego de cambiarme de ropa y ser felicitada por los miembros del equipo y el entrenador Tanaka, corrí hacia la galería en busca de Santana. La encontré recargada en una baranda con un vaso desechable en las manos, en cuanto me vio dejó el vaso sobre la barra y me sonrió, corrí hasta ponerme frente a ella y sin pensarlo demasiado lo abracé.

—Felicidades, Brittany —dijo en mi oído.

—Estoy muy feliz de verte —contesté sinceramente, la había extrañado demasiado, tenerla frente a mí era mejor que ganar mil copas como esa.

—Yo también.

Me separé solo un poco de la morena para poder darle un beso apasionado, estaba tan contenta por haber ganado, además el subidón de endorfinas que te da el agua helada me hacía sentir capaz de todo, estaba por colar mi lengua en la tibia boca de mi novia que tenía un delicioso sabor dulzón debido a la bebida humeante que había estado tomando, cuando sentí a alguien abrazarse de mi pierna.

—¡Britt ganó! —gritó Ricky.

Me separé de Santana que miraba sobre mi hombro con terror en los ojos, no entendí su mirada hasta que me volteé y vi a mis papás, la familia Tanaka e incluso a Will, observándome con cierta sorpresa y un poco de incomodidad, sonreí avergonzada, no era así como quería presentarles a mi novia, pero había sido descuidada y ya no había marcha atrás. Dejé la copa junto al vaso de la morena y cargué a Rick en brazos, pues seguía reclamando mi atención.

—Yo... ella es Santana Lopez, mi novia —dije.

La morena me tomó del brazo con fuerza, parecía realmente asustada y yo no entendía el por qué.

—Es bueno verte otra vez, Santana —comentó Tanaka acercándose a saludar a mi novia con una sonrisa.

—Lo mismo digo, señor —contestó la aludida con nerviosismo, era la primera vez que veía a Santana de ese modo, ella siempre lucía muy segura de sí misma, ahora parecía estar a punto de vomitar.

—¡Santana! No te veía desde que eras una bebé —exclamó Emma y fue a abrazar a la morena.

—¿Estás saliendo con mi prima segunda? ¿Por qué no lo sabía? ¿No que te gustaba Quinn? —preguntó Will totalmente indiscreto, haciéndome sonrojar.

—¡Will! No seas inoportuno —regañó mi mamá, lanzándole una mirada asesina a mi padrino y dirigiéndose a Santana añadió—: no le hagas caso, querida, mucho gusto, soy Susan Pierce.

—U-un placer, señora —tartamudeó mi novia tendiendole la mano a mamá.

—¿Vas a comer con nosotros, muchacha? —preguntó mi papá.

—No, no, yo... tengo que regresar con mi abuela—contestó la morena.

—¿Te castigo Maribel o algo? ¿Por qué diablos vas a pasar la navidad con esa vieja bruja? —cuestionó Will.

—Mis padres están en New York y yo... quería ver la competencia de Brittany así que... —dijo Santana en voz baja. Sonreí como una tonta al escucharlo.

—Te debe de gustar mucho Brittany si estás dispuesta a pasar el día con Alma Lopez —reconoció mi padrino.

Santana se sonrojó hasta las orejas, era todo un espectáculo verla así, quería comérmela a besos por la ternura que me provocaba.

—¡Tengo una idea! —exclamó de pronto Will.

—Will, por favor, no otra de tus ideas —se quejó Tanaka.

—No me interrumpas, estoy seguro de que les gustará a todos, ¿Por qué no comes con nosotros? Llama a tu abuela y dile que pasaras la navidad aquí —propuso mi padrino.

—Yo, es que... no creo que sea... —dudó Santana.

—Pienso que es una excelente idea, a nosotros no nos importa, querida —intervino mi mamá.

—Es verdad, Santana, por favor ven —pidió Emma sonriendo.

—De acuerdo —aceptó al final.

—¡Excelente! ¿Por qué no van a dar una vuelta por el parque mientras preparamos todo? —dijo mi mamá.

Tanaka me quitó a su pequeño de los brazos para llevárselo con el resto, le di mi copa para que se la llevará también y los observé marcharse con una sonrisa, estaba realmente feliz, hasta que Santana comenzó a golpearme el brazo con su puño.

—¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando al presentarme como tu novia? ¿es que te volviste loca o qué? ¡eres una inconsciente! —gritó la morena.

—¡Eh! Tranquila ¿Qué te pasa? —pregunté completamente confundida.

—Pasa que cuando vine aquí no esperaba conocer a tus padres, no me dijiste que esto podría pasar.

—Pero...

—Además, ¿qué tal si les cuentan a mis padres? Ellos no tienen idea de que soy bisexual.

—Eso no va a pasar —le aseguré.

—¿Y por qué, por todos los infiernos, mi primo sabía que te gustaba Fabray?

—Amor mío, cálmate, por favor —pedí tomando su cara entre mis manos.

Santana parecía tener una réplica en los labios, pero vaciló ante mi toque.

—No me habías dicho así nunca —respondió.

—¿No puedo? —pregunté un poco apenada, estoy segura que mi cara estaba coloreada de un rojo intenso en ese momento.

—Si, hazlo, me gusta —replicó.

Sonreí, ella respiró hondo y puso sus manos en mi cintura, me agache para besarla en labios, esto de ser alta era algo engorroso a veces.

BreadstixWhere stories live. Discover now