Capítulo 35

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Capítulo 35

El pecho me ardía y sentía la garganta rasposa, cada respiración que daba era como una llamarada de fuego en mis pulmones, además sentía el dolor punzante en donde había recibido el golpe contra el piso, seguramente el lugar ya se estaba comenzando a hinchar. No podía pensar, ni hablar, ni siquiera respirar con normalidad, necesitaba calmarme lo antes posible para poder pensar qué debíamos hacer a continuación. Santana soltó mi mano de pronto, separándose levemente de mí; sin embargo, pude escuchar su respiración entrecortada a mi lado, nos habíamos detenido, casi por inercia, en cuanto llegamos a la avenida principal. Dejé mis manos apoyadas en las rodillas, intentando recuperar el aliento.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó Santana con la voz rasposa y forzada, mientras respiraba de manera pesada.

—También me gustaría saberlo —repliqué un poco más calmado, pero igual de adolorida.

—¡Se supone que no regresarían hasta la próxima semana! ¡mierda! ¡carajo! ¡puta vida! ¿Qué voy a hacer ahora? Mis padres van a matarme, ¡soy una estúpida!, no debí haberte traído a la casa, yo...

Santana continuó despotricando contra sí misma, contra su familia y a veces contra mí. Deje que se desahogará, entendía que todo el asunto era delicado, en especial para ella.

Minutos más tarde, noté que la voz de mi novia se había desvanecido. Levanté la vista y me encontré con su mirada triste y un tanto afligida; su postura demostraba cansancio y su rostro me decía que estaba dolida por toda la situación; tenía los ojos cristalinos y se mordía el labio inferior en un intento por no echarse a llorar en ese lugar. Me acerqué a ella con cautela, no quería que volviera a estallar de ira o qué me rechazara, para darle un fuerte abrazo, ella me estrechó entre sus brazos con la misma fuerza, y nos quedamos así por lo que pareció una eternidad.

—Estoy asustada —admitió Santana con la voz amortiguada en mi pecho.

—Yo también —dije con sinceridad, no sabía lo que pasaría de ahí en más, pero sí sabía que no podíamos quedarnos ahí paradas en medio de la calle, por lo que añadí—: sé a dónde ir, vamos.

Mientras caminábamos por las calles de Lima, una junto a la otra sin mediar palabra, me di cuenta de algunos detalles a los que no le había prestado atención debido al shock inicial, hice una lista mental de esas cosas:

1. Toda la ira de Pedro Lopez parecía dirigida hacia mí, no hacía Santana.

2. Maribel Lopez parecía preocupada, pero no sorprendida. Tal vez, ella ya sabía sobre nuestra relación.

3. Ninguno de los dos parecía realmente molesto porque Santana estuviera besando a una chica.

Podría equivocarme en mis conjeturas, por supuesto, después de todo solo fueron mis impresiones del momento, pero todo eso me parecía tan raro, algo no terminaba de encajar en toda la situación, solo que no podía ver el qué...

—¿Vamos al bar? ¿Por qué? —preguntó mi novia cuando llegamos a las afueras del pueblo y comenzamos a divisar la colina sobre la que se encontraba el pub.

—No se me ocurre un mejor lugar —dije encogiendome de hombros.

Desde siempre, Will había sido la persona a quien acudía por ayuda, consejos y consuelo, pues, aunque mi relación con mis padres era buena, siempre se necesita de alguien más con quien compartir complicidad. Apenas comenzamos a subir por la colina se empezó a escuchar el sonido de un teclado eléctrico entonando "Welcome to the Black Parade", para cuando llegamos a la puerta trasera del pub, las últimas notas de la canción de "My Chemical Romance" se habían desvanecido.

BreadstixWhere stories live. Discover now