Capítulo 31

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Capítulo 31

La mañana de navidad me desperté abruptamente por culpa del sonido de la televisión a todo volumen. Me removí incómoda en el sofá e intenté tapar mis orejas poniendo la almohada sobre mi cabeza, mientras el intro de Paw Patrol se oía en toda la sala y Ricky lo cantaba a gritos muy emocionado.

—¡Ricky! Ten piedad de mí y baja el volumen —supliqué con voz amodorrada.

El pequeño de tres años me ignoró por completo, no fue hasta que su mamá salió de la habitación que Ricky accedió a bajar el volumen, y es que era difícil desobedecer una orden salida de los labios de Emma estando enojada.

—Brittany, levántate y ayúdame con el desayuno —pidió la mujer.

—Emma... déjame dormir un poco más —supliqué. Por los nervios de la competencia apenas había podido dormir un par de horas.

—Deprisa, van a ser las siete y tus padres llegarán en cualquier momento —dijo en un tono que, aunque amable, no dejaba lugar para replicar.

—Voy —dije enfurruñada pateando las cobijas y tirando la almohada al suelo.

Adoraba a Ricky, esa semana me la había pasado jugando con él, inventaba los juegos más ingeniosos del mundo, también vimos un montón de películas... o mejor dicho repetimos Cars unas quinientas veces más o menos, además había acompañado a Emma por las compras, bebí litros de chocolate caliente a escondidas de Tanaka y hablé cada noche con Santana por videollamada, en resumen, me lo había pasado muy bien. Cuando termine de doblar y guardar todos los artículos de mi cama improvisada, me apresure a la cocina para ayudar a Emma con el desayuno. Y cuando digo "ayudar", me refiero a evitar que Emma incendiara el lugar, todos sabían que la mujer era buena en muchas cosas como, por ejemplo lograr que Ricky dejara de llorar solo con una mirada, pero cocinar definitivamente no era lo suyo.

En cuanto entre a la cocina supe que algo iba mal, de inmediato me llegó un olor a quemado que comenzaba a extenderse por el apartamento, Emma estaba exprimiendo unas naranjas mientras tarareaba algo que sonaba a "Radio Ga Ga" de Queen y como estaba de espaldas a la estufa, no pudo ver el humo negro que salía de la sartén y se unía con el que salía de la tostadora.

—¿Dónde está Tanaka? —pregunté, pues era él quien se encargaba de preparar la comida.

—Figgins lo llamó para una junta de emergencia en el club— contestó sin levantar sus ojos marrones hacia mí, totalmente concentrada en las naranjas.

—¿Pasó algo malo? —pregunté preocupada.

Fui a sacar el pan casi calcinado de la tostadora y puse unas rebanadas nuevas, me supo mal tirar los huevos quemados, pero eran incomestibles.

—Yo no diría eso, parece que Figgins está preocupado de que ningún miembro del equipo haya ganado nunca la copa y quería revisar los expedientes de cada participante... otra vez—contestó.

—Típico, debería confiar más en el entrenador —me quejé ligeramente molesto.

—Figgins confía en Tanaka con su vida, Brittany, le debe demasiado —contestó Emma, esta vez mirándome a los ojos.

Me quedé estática con el cuchillo lleno de mantequilla a punto de untarla en las tostadas, su voz había sonado demasiado solemne.

—¿Qué? Pero si parece que Figgins le exige demasiado y además le paga fatal.

—Brittany, ambos se han esforzado mucho para sacar adelante el negocio de la acuática desde el incidente con los Lopez y...

—¿Cuál incidente? —interrumpí intrigada.

Ella apretó los labios, parecía realmente arrepentida de haber tocado el tema.

—Mira eso no es... —comenzó a decir y luego se interrumpió al escuchar un golpe, al segundo siguiente Ricky empezó a llorar —termina por mí, voy a ver qué le pasó a mi bebe.

Emma salió de la cocina con expresión aliviada; fruncí el ceño, había perdido mi oportunidad de sacarle más información sobre ese misterioso incidente con los Lopez, pues sabía que a partir de ese momento ella rehuiría mis preguntas como toda una experta.

Mis padres llegaron no mucho tiempo después y juntos compartimos un desayuno ligero antes de partir a la competencia. Afuera, el aire se sentía helado y, aunque íbamos equipados con nuestros mejores abrigos, el frío parecía colarse hasta nuestros huesos, yo solo podía pensar que en unos cuantos minutos tendría que nadar en un lago donde el agua suele tener una temperatura por debajo de los cuatro grados centígrados.

Una vez en el parque, caminamos en dirección al lago con calma, disfrutando del paisaje invernal matinal, nuestros pasos sonaban amortiguados debido a la ligera capa de nieve que se había acumulado tras las nevadas. Cuando llegamos a una intersección nos separamos, yo giré a la izquierda hacia la sala del club y mis padres, junto con Emma y Ricky, fueron a la derecha, hacia la galería, desde donde podrían ver la carrera, me pregunté vagamente si Santana se encontraría entre los espectadores.

A las nueve en punto, luego de unas palabras de aliento del entrenador Tanaka, el equipo desfiló fuera de la sala del club hasta el lago. Antes de salir, Quinn chocó un puño conmigo.

—Hay que ganar esto —dijo y sonrió.

—Por supuesto —contesté devolviéndole la sonrisa.

Los otros participantes ya se encontraban sobre el puente de tablones que servían como línea de salida. Podía sentir la piel de gallina al salir solo con traje de baño a la intemperie, pero la emoción mantenía mi cuerpo caliente, los espectadores nos observaban desde la galería y eran tantos que no logré distinguir ninguna cara conocida, mejor así, pues estaba segura de que si llegaba a ver la cara de mi novia me pondría inmensamente nerviosa.

Nos pusimos en posición y tras escuchar la señal de salida, salté al agua helada.

BreadstixWhere stories live. Discover now