Capítulo 24

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Capítulo 24

Estaba sentada en uno de los escalones de la entrada a la cafetería, era tarde, aunque no lo suficiente como para preocuparme; apenas tres minutos para que dieran las 8, aun así, se me hizo raro que Puck todavía no hubiera llegado; en general, él siempre estaba allí diez minutos antes de la hora. Lancé un suspiro y saqué mi tabaquera, puse un cigarro en mis labios, decidiendo fumar uno rápido antes de comenzar con el trabajo, estaba a punto de encenderlo cuando escuché pasos acercarse, levanté la vista encontrándome con Lopez que me mira con el ceño fruncido.

—¿Sabes rubia? Tuve una conversación muy interesante con tu entrenador —dijo quitándome el cigarro de la boca.

—¿Y? —pregunté alentándola a que continuara.

—Me dijo que tienen que permanecer en el agua a temperaturas entre cinco y dos grados, que el principal riesgo de nadar en esas condiciones es la hipotermia, y que el shock inicial de entrar a temperaturas tan frías es el sofocamiento de la respiración y la hiperventilación —recitó la morena como si lo hubiera estado ensayando desde hace mucho.

Me puse de pie con una sonrisa en los labios, podía imaginarme a qué se debía ese sermón y me parecía muy tierno que se preocupara así por mí. Ahora sabía de qué habían estado hablando Will y ella aquel día en el lago mientras yo practicaba.

—Lo sé, Santana, he estado entrenando por dos años —dije acercándome a ella.

—¡Y aun así tienes el descaro de estar fumando! —gritó indignada.

—Solamente es uno ocasional, cuando estoy muy estresada, no pasa nada. —Me defendí al instante.

Claro que ella no me escuchó, intenté tomar el cigarro de su mano, pero me lo impidió guardándolo en el bolsillo de su pantalón.

—¿Estás estresada ahora? —preguntó con los ojos entrecerrados.

Me encogí de hombros.

—Más o menos.

—¿Por qué?

Suspiré, cuando quería ella podía ser realmente pesada.

—Realmente me preocupa saber cómo hacerte feliz, ahora que estamos saliendo y todo eso —dije en tono serio sujetando las orillas de su chaqueta para poder mirarla a los ojos.

—Linda —dijo Santana con una pequeña sonrisa, luego me dio un corto beso en los labios—, para hacerme feliz solo tienes que dejar de fumar.

—¡Ahg! ¡Vamos, López! —Me quejé con fingida molestia. En realidad, aquello me parecía bastante divertido.

—Te ayudaré —prometió.

—¿Sí?

—Por supuesto, siempre que te sientas agobiada, puedes llamarme y te ayudare a liberar un poco de presión —canturreo la morena con voz sensual.

Un escalofrío me recorrió la columna vertebral de manera automática, sí, así de fácil ella podría derretirme.

—¿Y cómo lo liberaremos exactamente? —pregunté con voz juguetona.

—Pensaremos en algo —dijo inclinándose hacia mí hasta que nuestras narices se tocaron.

—Las jóvenes de hoy en día no tienen sentido de la decencia, ¡qué barbaridad! —exclamó una voz a nuestra derecha.

Me separé de Santana al instante totalmente nerviosa, pero la morena me sujetó de la cintura impidiéndome ir más lejos. Pude sentir el calor en mis mejillas, seguramente estaba roja como tomate.

BreadstixWhere stories live. Discover now