CAP 16 HUYAMOS

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Casa de la familia Rogers, Volgogrado, 11:30am

Natalia salió de la ducha envuelta en una enorme toalla mientras temblaba de frío y se dirigía al tocador donde Steve había acomodado todo lo que había llevado para ella. Detalle que le había robado una enorme sonrisa cuando vio el pequeño kit de aseo personal que le había entregado antes de la ducha. Era una pequeña canastita que contenía desde su shampoo favorito, cremas, perfume, hasta tampones en casos de necesitarlos.

La pelirroja sonrió frente al espejo para después de barnizar su piel con un poco de crema corporal, husmear en la maleta de ropa.

-Eres un tonto...

Natalia se sonrojó cuando al meter la mano lo primero que sacó fueron unas pequeñas y sexies bragas de encaje blanco que casualmente eran de su talla, seguido de un enorme ugly sweater de lana color beige como los que solía usar todo el tiempo como pijama, pero con la única diferencia de que éste tenía estampados de zanahorias animadas por todos lados. Se vistió como si aquella prenda hubiese sido la más fina y elegante que hubiese recibido en toda su vida, para después mirarse al espejo y sonreír de oreja a oreja. Se concentró en cepillar su cabello aún húmedo y se apresuró para poder salir finalmente a agradecerle a Steve por todas sus atenciones.

-Casi te olvido... -Natalia corrió al baño para ir por el relicario que Steve le había dado, quedándose un instante pensativa al mirarlo entre sus dedos. Se moría por ver su interior, pero a la vez sentía un profundo temor a que su contenido la confundiera un poco más de lo que ya estaba. No quería seguir llorando, al menos no por ahora.

La pelirroja se colocó el collar y lo guardó bajo su sweater para después salir de la habitación a pasos sigilosos y percibir el delicioso aroma a chocolate recién hecho que la guió hasta el atractivo y musculoso americano que se encontraba sin camisa y descalzo de espaldas a ella dentro de la cocina. Natalia se mordió los labios para no reír, regalándose unos segundos de deleite para admirar la forma tan perfecta en la que los músculos de su novio se marcaban al cortar la fruta sobre la tabla mientras su chándal caía flojo sobre sus caderas, siendo sostenido únicamente por su firme y redondo trasero de anciano.

-¿Necesitas ayuda, amor? -Natalia lo sorprendió al abrazarlo inesperadamente por detrás para luego recargar su mejilla fría contra su espalda cálida y unir sus manos con un poco de dificultad a la altura de su abdomen.

-¡Hey, cuidado cariño! -Rogers sonrió fascinado, alejando rápidamente el cuchillo para poder limpiar sus manos y llevarlas directo a las de ella que aún lo rodeaban.

-Gracias por el abrigo, es el regalo más raro que alguien me ha dado. -Natalia soltó una risita en tono infantil para después comenzar a dejar algunos besos húmedos sobre los lunares que habitaban la piel bronceada de su espalda.

-Sabía que te gustaría... ¿Te gustó lo demás? -Steve preguntó con inocencia, ladeando un poco su rostro para mirarla con el rabillo del ojo y después soltar un repentino gruñido de dolor cuando ella encajó sus dientes casi a la altura de sus hombros como reproche.

-¡Argh, amor, eso dolió! ¡Argh! -Steve volvió a gritar cuando ella dejó una segunda mordía junto a la anterior.

El castaño arqueó su espalda mientras no podía evitar dejar de reír y lloriquear a la vez, pegando un respingo en su lugar al sentir que una tercera mordida se aproximaba.

-Ya, ya, ya, entendí, nena...

Steve soltó entre risas adoloridas para luego sentir una ola de alivio cuando sus mordidas se convirtieron en besos suaves que le permitieron finalmente girar para atraparla entre sus brazos y levantarla de suelo como muñeca de trapo.

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