17. La novia de Noah (no soy yo)

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Que Alana estuviera en el equipo significaba que ahora tenía más excusas para pasar tiempo con ella.

O sea, no en una manera gay.

Ustedes saben a qué me refiero.

Simplemente quería ser su amiga, pero cada vez que intentaba acercarme o hablarle ella se alejaba. En un principio creí que se trataba de que era tímida y nada más, pero con Charlie y Noah siempre fue mucho más simpática y abierta.

A este punto estaba comenzando a creer que le caía mal.

Pero ¿Por qué? ¿Qué le hice?

AAAAAAAAAH.

—Delante de los baños está vacío —dijo Jade y señaló un par de mesas a nuestra izquierda.

El patio de comidas del centro comercial estaba abarrotado. Era viernes por la tarde y todo el mundo quería salir a despejarse después de una larga semana.

No habían tantas familias como los sábados o los domingos, pero sí muchos estudiantes que salían de clases, como nosotros. Y alguna que otra pareja.

Definitivamente no como nosotros.

—No vamos a comer delante del baño —protesté.

Le arrebaté uno de los vasos de soda, señalé con mi cabeza nuestra derecha, frente a la boletería del cine, y volví a mirar mi teléfono.

Alana faltó al entrenamiento, pero le envié un mensaje más temprano para invitarla. De alguna manera Jade me había convencido para hacer un trabajo con él, gracias a que nuestros horarios eran similares, y yo acepté.

Pensé "esta es una gran oportunidad para integrar a Alana". Pero no tuve en cuenta que ella me rechazaría y yo tendría que reunirme a solas con él.

De: Alana

Ya tengo grupo.

Eso decía su mensaje.

Jade dejó la bandeja sobre la mesa y se desplomó en uno de los asientos. Se recargó contra el respaldo y apoyó el codo sobre éste antes de mirarme con cansancio. Algunos mechones negros le obstruyeron la vista, pero no pareció importarle.

—¿Por qué tienes que llevarme la contra en todo? —cuestionó—. ¿Habrá un día en el que me digas "Sí, Jade, tienes razón"?

—El mismo día que te bese —contesté sin inmutarme y me senté frente a él.

Le mantuve la mirada, a la espera de una respuesta, pero él la apartó para atrapar su bebida con molestia.

—Tus padres te han de adorar. Siempre tan simpática.

—Soy simpática —lo contradije. Me llevé una mano al pecho para que viera que estaba hablando desde lo más profundo de mi corazón—. Pero me encanta pelear contigo.

Lo había dicho en gran parte en broma, pero me di cuenta tarde de que era absolutamente cierto. Y por la manera en la que Jade alzó la vista de su soda con interés renovado, él también lo hizo.

—No me lo tomaré personal. —Pasó la lengua por sus labios y levantó su dedo índice, como si quisiera remarcar un punto—. Me he dado cuenta de que así expresas amor.

—No lo digas así, por favor.

Le hice una mueca de asco y le di un mordisco a la porción de mi tortilla.

Sabía que los coqueteos de Jade eran principalmente en broma y así me los tomaba, pero también era consciente de que otras personas no lo hacían.

Como los entrenadores, los profesores, nuestros compañeros de clase y la mismísima madre de Jade.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now