26. Se me junta el ganado

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No quise ir a clases el siguiente lunes.

La idea de cruzarme con Noah me hacía sentir fatal, aunque supiera que yo no había hecho nada malo esa noche de la fiesta.

Bueno, tal vez algo así.

—Necesito mis llaves —dijo Noah.

Levanté la cabeza y la encontré parada frente a mí, con las manos metidas en su largo abrigo rojo.

Apenas eran las siete y media de la mañana y el sol aún no salía, porque estábamos cada vez más cerca del invierno. La luz del farol detrás de ella me hizo entrecerrar un poco los ojos.

Mamá me dejó en la puerta del instituto diez minutos antes y ninguna de las chicas había llegado aún, así que busqué un espacio en las escaleras de la entrada a la primaria y me acurruqué entre las dos capas de abrigo que llevaba encima.

Al no obtener una respuesta, Noah frunció los labios y apartó la mirada con incomodidad.

Metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta y saqué el pequeño llavero que le había robado a Noah esa noche para salir de su casa. Un pequeño delfín negro de acrílico enganchado a dos llaves.

Lo dejé a mi lado. No iba a disculparme con ella y tampoco iba a hacérselo fácil.

Noah suspiró y la luz de la acera captó el vaho que se escapó de entre sus labios. Se inclinó para recoger el llavero y se sentó a mi lado. Rodé los ojos con incomodidad y me hice a un lado.

—Lamento lo que te dije el viernes —comenzó—. Estaba borracha y muy cansada.

Flexioné las piernas para abrazarlas y apoyé el mentón entre las rodillas.

—Hemos terminado —dije.

—¿Qué?

—Que se ha acabado —repetí y me enderecé para poder verla a los ojos—. Estoy terminando contigo.

La sorpresa era evidente en su rostro, pero no podía culparla. Ni siquiera yo estaba segura de si me atrevería a hacerlo. Pero ahora no había vuelta atrás.

No se veía enfadada, indignada u ofendida. Estaba verdaderamente sorprendida.

—¿Es porque le he jugado una broma a Charlie?

—No, no es por Charlie —solté con exasperación. Ahora podía ver cómo ella siempre acababa metiéndola en nuestras peleas de una manera u otra—. Podría haberte perdonado eso —confesé—. Si me hubieras dado una buena explicación o te hubieras disculpado, al menos.

Lo que más me dolió fue la manera en la que me trató.

¿Tal vez estaba exagerando? ¿Tal vez las parejas eran así cuando peleaban y simplemente yo no aguantaba? No lo sabía y tampoco me importaba.

Ella alzó una ceja.

—¿Por qué tendrías que perdonarme tú?

—Tienes razón. —Apoyé la espalda contra la puerta de la primaria—. Es Charlie quien te debe perdonar.

Sentí a Noah tensarse a mi lado.

—¿Le has contado?

No. No pude. No me dio la cara para decírselo después de la manera en la que me trató cuando llegué a la casa de Jade.

Ella me había dejado quedarme y no me reclamó nada. Ni siquiera mencionó la manera en la que yo la había tratado luego del concierto.

Me sentía culpable por lo que Noah le hizo

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now