29. No puede ser

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Me sentía mal por Alana

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Me sentía mal por Alana.

Hoy era su cumpleaños y el examen de física nos tocaba en la primera hora, para darnos el "Buenos días".

Y si un examen de física ya era malo de por sí, para ella era peor, porque siempre que estaba nerviosa se ponía mal del estómago y no recordaba nada de lo que había estudiado.

—Para de sufrir, por favor. —Jade pasó un brazo por sobre sus hombros mientras aguardábamos en la formación para que izaran la bandera. Alana se veía verde—. Si ya lo sabes todo.

Ella hizo una mueca de asco y se llevó las manos al estómago. Una ráfaga de viento le pegó el cabello al rostro. Con su abrigo negro parecía que asistía a un funeral.

—Ya lo he olvidado —lloriqueó.

Jade me miró en busca de ayuda, pero no pude más que alzarme de hombros.

Charlie cruzó el patio principal en ese momento con la bandera doblada sobre sus manos y se acercó hasta el mástil para anudarla e izarla.

La observé, como estaba segura de que todos hicimos, porque había algo siempre en ella que hacía que se voltearan a verla.

Incluso en un día como hoy: helado, con viento, nublado y a las siete de la mañana. Ella se veía radiante con su abrigo a cuadros y su cabello recogido en un moño elegante.

Nuestras miradas se cruzaron y ella me sonrió. Le devolví la sonrisa, porque sólo ella era así de extra como para vestirse formal para un examen.

Luego del saludo de la directora, Charlie y Jade caminaron junto a Alana, como si la estuvieran escoltando escaleras arriba, mientras le repetían las fórmulas con las que estuvimos trabajando el último mes.

Alana parecía estar esforzándose por memorizarlas, pero había algo mal en la manera en la que lo hacía. Como si la información le entrara y en medio segundo se le esfumara.

—Vamos, Alana. —Jade le dio una palmada en la espalda. Un último gesto de apoyo antes de entrar al salón—. Hemos estudiado esto juntos. Lo tienes ahí. Sólo debes calmarte.

Charlie y yo compartimos una mirada antes de sentarnos en nuestros bancos.

El clima en general estaba algo tenso. No se trataba sólo de la presión del examen, que era el último de la materia antes de cerrar las notas del trimestre. Sino también porque el viaje de Charlie también estaba en juego. Dependía de qué tanto pudiéramos levantar nuestro promedio en estos últimos días.

Ella se recargó contra el respaldo y metió las manos en los bolsillos de su abrigo antes de cerrar los ojos, como si estuviera a punto de tomarse una siesta. No los abrió ni siquiera cuando la profesora entró y nos saludó.

Antes solía pensar que ella hacía eso porque estaba totalmente segura de todo y no le preocupaba el examen. Con el tiempo me di cuenta de que sólo intentaba tener unos segundos de calma antes de comenzar, para tener la cabeza fría.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now