31. Chica promiscua ¿Me estás coqueteando?

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La sala de las calderas estaba justo debajo de la sala audiovisual y era el lugar perfecto para esconderte si no querías que nadie te viera.

Debías pasar frente a la secretaría y la dirección para llegar a la puerta que daba al subsuelo. Una escalera descendía formando un hexágono y te llevaban a los dos niveles.

Charlie y yo estábamos debajo, escondidas, atentas a todo lo que sucedía en el piso de arriba, para saber en qué momento los estudiantes de primero abandonarían la sala audiovisual.

La única luz que teníamos llegaba desde los otros pisos, acompañada por el murmullo de medio instituto abandonando la instalación para salir a almorzar.

—¿Puedes quedarte quieta? —le pedí a Charlotte.

Llevaba los últimos diez minutos caminando de un lado al otro con impaciencia, como si le importara una mierda que alguien la viera. Estaba tan ansiosa, que de vez en cuando soltaba quejidos porque se le estaba enfriando la comida.

Habían pilas de sillas amontonadas contra la pared, pero ninguna de las dos quería hacer ruido, así que yo me apoyé contra una de las paredes, justo debajo de la escalera.

No podía creer que estuviéramos haciendo todo esto sólo para ver una película mientras comíamos.

El sonido de un click nos hizo dar un respingo.

—¡Ya salieron!

Charlie intentó abandonar nuestro escondite, pero la atrapé por la cintura para que se quedara en su sitio.

—Quédate quieta —la regañé, su espalda contra mi pecho.

Las dos levantamos la cabeza justo cuando un grupo de estudiantes en el piso de arriba comenzó a abandonar la sala.

—Quiero ver —se removió.

Metí una pierna entre las suyas y jalé de ella con fuerza para obligarla a sentarse. Charlie soltó una palabrota y le cubrí la boca con una mano, alarmada.

—¿Nos quieres meter en problemas?

El rostro de Charlie comenzó a tomar color y por un momento pensé que tal vez me habría pasado un poco. Sentí cómo su corazón latía con fuerza contra mi pecho.

Le quité la mano del rostro, preocupada, y tomé su mentón para examinarlo.

—¿Estás bi...?

Charlie tomó mi rostro y me besó.

Apenas sí pude reaccionar por la sorpresa, pero cuando conseguí salir de mi estupefacción atiné a presionarla más contra mí para que no se resbalara de mi pierna. Ella gimió y yo desperté.

Un segundo estaba en la sala de calderas y al otro descansaba en la cama de mi cuarto, con el teléfono vibrando en la mesa de noche.

El viento que entró por la ventana elevó la cortina y me dejó ver el comienzo del atardecer.

Solté un quejido y estiré el brazo para tomar mi teléfono.

Charlie estaba llamado.

—Estaba soñando contigo —dije cuando atendí.

—¿En serio? —respondió Jade desde el otro lado de la llamada—. ¿De qué color era mi ropa interior?

Sentí calor en todo el rostro y me hundí más entre las mantas.

—¿Qué quieres? —dije, ahora con menos dulzura.

Oí un forcejeo y luego fue la voz de Charlotte la me habló.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz