14. ¿Qué somos?

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¿Charlie acaba de confesar que yo le gustaba?

La miré con pánico, pero ella no reaccionó.

—En el hipotético caso de que me gusten las rubias —agregó con una sonrisa de lado.

De acuerdo, eso había sido muy sospechoso.

La miré con recelo, pero ella no dijo nada más, así que intenté hacerla hablar.

—O en el hipotético caso de que te gusten las chicas —le alcé una ceja.

—O las tontas —desvió el tema.

Antes de que pudiera decirle nada más, se levantó del escritorio y se marchó.

Me quedé un momento mirando la puerta por la que desapareció mientras me preguntaba qué acababa de suceder.

Una parte de mí me decía que estaba intentando decirme que le gustaban las chicas (o quizá yo) y que eso era muy obvio. Pero otra parte, mucho más insegura, no dejaba de repetirme que todo eso era imaginación mía y debería de avergonzarme por querer forzarla a decir cosas que ella no quería.

Llegaron un par de chicas y chicos de los equipos de lacrosse, pero no muchos.

Charlie me prometió que ya no estaría tan pegada a mí en público y cumplió su palabra, pero no pude evitar sonreír cada vez que cruzábamos miradas y ella me enseñaba los pulgares y se marchaba de manera tan obvia que todos volteaban la cabeza para verla.

Las chicas se quedaron a dormir y lanzamos un colchón en el comedor a las seis de la mañana. Pasamos todo el día juntas y luego no volví a verlas hasta el lunes siguiente, en clase, donde intenté sentarme junto a Charlie. Pero ella me rechazó.

—¿Y si Noah piensa que somos novias? —me molestó y puso su mochila sobre el asiento que yo planeaba ocupar—. O... ¿Y si se pone celosa porque te has sentado conmigo? Luego va a creer que la ignoras ¿Ya son novias?

¿Ya son novias?

Y hablando de Roma, la aludida entró al salón y se sentó detrás de nuestra mesa, donde comenzó a sacar sus bolis de colores. El aula se iba llenando de a poco.

Miré a Charlie directamente a los ojos. Ella me alzaba las cejas y aguardaba a una respuesta mientras intentaba no sonreír. Incluso apoyó el codo en la mesa y el mentón en su mano.

—¿Lo estás disfrutando? —le pregunté con cansancio. Eran las siete de la mañana y aún no había desayunado.

La sonrisa de Charlie se extendió.

—Di "por favor".

—En tus sueños.

Dejé la mochila en la mesa de atrás y me acomodé junto a Noah. Alana llegó unos minutos después y se sentó al lado de Charlie. Creí que la tensión que había entre ellas podría provocar algo, pero las dos se comportaban como si lo del festival nunca hubiera sucedido.

Me pregunté si tal vez habrían hablado sobre eso a solas, pero me quedé dormida antes de poder desarrollar más mi teoría.

—No te duermas.

Noah sopló mi nuca y el frío de su aliento hizo que se me pusiera la piel de gallina. Dejé de esconder mi rostro entre mis brazos y miré al frente, hacia el pizarrón.

La profesora aún seguía hablando mientras pretendía no darse cuenta de mi siesta. La pizarra, antes vacía, ahora estaba llena, así que tomé un bolígrafo con sueño y saqué un hoja en blanco para copiar.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora