Era viernes por la noche en septiembre y, dado que era viernes por la noche, Annabeth estaba en casa de Percy y, dado que era septiembre, estaban solos en su habitación. Hacía un poco de calor y la unidad de aire acondicionado de su ventana resonaba en un intento inútil de enfriar el antiguo edificio.
Los ojos de Percy estaban medio cerrados, pero una de sus manos giraba distraídamente los mechones de su cabello que se habían soltado de su moño desordenado, la otra estaba inmovilizada debajo de ella, pero manteniéndola cerca. No estaba segura de por qué ese momento se sentía tan frágil para ella, lo había visto dormido docenas de veces mientras vigilaba en las misiones. Ella conocía su quietud y la forma en que se nivelaba su respiración. Ella sabía cómo se veía cuando entre abría los ojos y recordaba dónde estaba, saliendo del letargo. Basado solo en esos hechos, ver a Percy dormir no debería ser tan especial. Tal vez fuera porque nunca lo había presenciado desde donde estaba ahora: ella misma casi se había quedado dormida, con la cabeza en su pecho, y los dedos de Percy, encallecidos por la guerra tocándola de una manera tan casual y tierna.
Inicialmente, al menos habían tenido la pretensión de estar viendo una película en su computadora portátil, pero había terminado hacía horas. Luego, la computadora portátil se había cerrado y había sido olvidada en el suelo en interés de otras actividades, como besarse una y otra vez. Percy era la única persona a la que Annabeth había besado y todavía era algo a lo que no se acostumbraba.
Parte de Percy todavía era tan indeciso y al mismo tiempo tan intenso, como si tuviera miedo de que de repente Annabeth dejara de querer besarlo. Era un pensamiento imposible para ella, pero la mantenía con un incentivo para recordarle cómo ella se sentía, para constantemente tomar su mano, acercarlo más, besarlo al decirle "hola", para besarlo cada vez que él le sonreía o hacía algo tonto. En consecuencia, eso la hacía sentir como si hubiera un sol dentro de su pecho.
El reloj de la mesita de noche marcaba la 1:12 a.m. Estaba segura de que los padres de Percy ya estaban dormidos. Los únicos sonidos aparte del aire acondicionado asmático eran de los coches distantes en la calle cinco pisos más abajo, y las vagas voces amortiguadas de la televisión de un vecino. Eso y su propia respiración. La quietud de todo era fascinante, la sensación de que eran las dos únicas personas en el mundo, el resto solo era ruido de fondo.
Una de las manos de Annabeth descansaba ociosamente sobre el estómago de Percy. Ella realmente no había tenido la intención de pasar la noche. La parte sensata de ella pensaba que debería encontrar la motivación en sí misma para alejarse de él, agarrar su bolso, sus zapatos y salir de puntillas. Pensaba vagamente en la tarea que tenía que hacer durante el fin de semana, pero se sentía como si fuera la escuela de otra persona, las clases de otra persona. Alguien más podía hacer todo eso.
Annabeth solo quería seguir acostada allí. También era muy consciente de que no la habían invitado a pasar la noche, no quería imponerse en el sábado de los Jackson. Y, por muy acogedora que fuera Sally, no estaba segura de querer traspasar sus límites, o verla incómoda por la mañana y que Sally asumiera las cosas. "Nos quedamos dormidos" sonaba poco convincente, hasta para Annabeth, incluso si era la verdad. En otras circunstancias, no importaría lo que la madre de su nuevo novio pensara de ella. pero respetaba a Sally y quería agradarle. Quería demostrar que era... ¿qué? ¿Responsable? ¿Buena novia? ¿Que no era una mala influencia? Annabeth estaba acostumbrada a querer la aprobación de los adultos y las figuras de autoridad y a no obtenerla. Quería que Sally fuera diferente, quería gustarle.
Cerro los ojos y se enfocó, solo permitiéndose un último minuto indulgente de ser abrazada, luego se sentó lentamente. Vio su bolso y sus zapatos en la entrada. El brazo de Percy todavía estaba suelto alrededor de su cintura. Era hora de irse, Annabeth se recordó a sí misma. Se inclinó y presiona un beso en la sien de Percy, porque podía, y luego se puso de pie y cruzo la habitación. Llevaba puesto uno de sus zapatos cuando ...
-¿Annabeth? -El enfoque de Percy todavía era suave, apenas estaba despierto.
-No quise despertarte -susurro.
-¿Te vas? -dijo mientras se sentaba.
-Sí, es tarde. Debería volver.
-Quédate -susurró-,no deberías volver tan tarde.
Annabeth regresó a la cama. Él le rodeó la cintura con los brazos y ella apoyo las manos en sus hombros. La ilusión casi se la come viva: el concepto de quedarse, desayunar, pasar un sábado tranquilo allí... saboreo la idea como algo que no le estaba permitido tener.
Percy, todavía somnoliento, apoyo la cabeza en su pecho.
-Por favor quédate.
-¿Que hay de tu mamá? -preguntó, todavía aferrándose a su sensatez que se desvanecía rápidamente.
-A ella no le importará -prometió-.Solo le diré que es demasiado tarde para que regreses. Me mataría si te dejo caminar a casa en medio de la noche.
En la oscuridad de la habitación, una vez más la asalto la sensación de que eran las dos últimas personas del mundo. No había razón para irse, no había nada afuera a lo que ir. El universo estaba contenido dentro de estas paredes de ladrillo y yeso, en el espacio cada vez más pequeño entre ellos y sus respiraciones compartidas.
-Por favor -dijo Percy de nuevo.
Ella inclinó su cabeza hacia arriba, con las manos en su cabello y lo beso de nuevo.
-Está bien -dijo Annabeth, sonriendo contra su piel.
Ambos cabían en su cama, pero ambos estaban de lado, uno frente al otro, con las manos unidas entre ellos.
Ambos estaban acostumbrados a estar siempre en guardia, esperando un ataque en cualquier momento. Sin embargo, ahora parecía imposible, Annabeth se sentía segura. Se sentía demasiado cansada para hacer mucho más que quedarse quieta y respirar, con los párpados cerrados. Percy se acercó un poco más y paso un dedo por su frente.-¿Qué? -ella preguntó.
Percy simplemente negó con la cabeza, sonriendo.
Ella lo empujó con su mano libre y una sonrisa en su rostro.
-¿Qué es? Dime.
Ambos se rieron en voz baja, ahora, empujándose el uno al otro.
-Percy, dime.
Su rostro se volvió serio de repente, como si estuviera cavilando algo de importancia. Sus ojos parpadearon y luego volvieron a los de ella. Estaban a centímetros de distancia, y ella pudo sentir su respiración entrecortada.
-¿Qué pasa? -Frunció el ceño, ahora preocupada.
Él se llevo su mano a la boca y le dió un beso en los nudillos.
-Nada -dijo-. Solo que tengo suerte.
Ella lo sintió de nuevo. Como si tuviera el sol en su pecho. Annabeth no se consideraba una persona afortunada. Nunca había tenido buena suerte y la habían obligado a salir de la casa de su padre porque, incluso de niña, traía todo lo contrario. Pero se sentía afortunada de estar con Percy. De alguna manera, todavía le resultaba extraño creer que alguien se sintiera así por ella, incluso Percy. Pero el estaba allí, y la amaba. Estaba demasiado cansada para tratar de igualar sus palabras, simplemente lo beso suavemente en los labios y apoyo la cabeza en su hombro, dejando que sus ojos se cerraran, con la calidez de él rodeándola, deseando desde lo más profundo que todo eso fuera algo permanente.

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One Shots Percabeth
HumorOne Shots y Fics de Percabeth traducidos, otros hechos por mi, solo con el fin de disfrutar más de nuestro otp