Yin yang

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En retrospectiva, Annabeth debería haberlo visto venir.

Percy y ella estaban en el sofá del apartamento de su madre, disfrutando de una rara tarde libre; tanto de la escuela como del campamento y Annabeth había decidido presentarle a Percy el mundo de Avatar: The Last Airbender. Había sido su programa favorito cuando era pequeña, y en secreto siempre pensó en Percy como un maestro agua moderno.

Sin embargo, no anticipó que Percy se metiera tanto en eso. Ella lo miró desde donde se había acurrucado contra su costado y lo observó ver el programa. Estaba mirando la pantalla de televisión completamente paralizado por el enfrentamiento entre el Maestro Pakku y Katara.

Él la miró, sus ojos verde mar brillando con picardía.

—Podría patear el trasero del Maestro Pakku, ¿no crees? Quiero decir, no me malinterpretes, tiene algunos movimientos bastante buenos, pero su tornado no tiene nada que ver con el mío.

Annabeth fingió pensar en ello por un segundo.

—Oh, no lo sé. Creo que sería una lucha bastante cerrada.

Percy puso una mano sobre su pecho y la miró herido.

—Me lastimaste, Chase. Al menos puedo mantenerme seco ... no veo al Maestro Pakku haciendo eso.

Annabeth puso los ojos en blanco y echó las piernas sobre su regazo, con la cabeza apoyada en su hombro; casi completamente sentada sobre él.

—Está bien, te lo concederé. Si fuera una competencia de quién podría permanecer seco durante una pelea, ganarías totalmente.

—Maldita sea —dijo con una sonrisa torcida, su brazo rodeándola y su cabeza cayendo para descansar sobre la de ella.

Annabeth sonrió, volviendo su atención a la pantalla.

Se sentaron en silencio por unos minutos más viendo como el Maestro Pakku les enseñaba a Aang y Katara los secretos del Agua Control.

—Sabes, por mucho que odio admitirlo, este programa me está dando un montón de nuevas ideas para luchar contra monstruos.

—¿Aja? —Dijo, levantando la cabeza para mirarlo de nuevo.

Percy asintió con entusiasmo.

—Quiero decir, piénsalo. La forma de pulpo por sí sola es genial. Sé que suena un poco estúpido, pero incluso podría modificarlo para tener tantos brazos como necesite. Imagínate si estuviéramos bajo ataque y pudiera mantener a raya a varios monstruos, luchando contra ellos uno a la vez para eliminarlos, en lugar de tener que defenderme de todos ellos a la vez.

Annabeth asintió, impresionada. Aveces no se le daba suficiente crédito a Percy por ser inteligente. A él le gustaba bromear mucho y pasar un buen rato, pero cuando llegaba el momento de la batalla o de salir de una situación difícil, no había nadie más con quien ella preferiría pelear a su espalda. La forma en que podía luchar, empuñando su espada y controlando perfectamente su elemento al mismo tiempo, a menudo la dejaba asombrada cuando entrenaban juntos en el campamento. A veces se olvidaba de lo poderoso que era.

—Definitivamente deberíamos probarlo esta semana durante la captura de la bandera. De esa forma no estás intentando algo nuevo en una situación de vida o muerte —dijo ella, volviéndose hacia la televisión.

—¿Estás preocupada por mí, Chase?

—En lo mas minimo. Solo preferiría no tener que ser yo quien le diga a Sally que moriste por el ataque de una Empousa porque querías probar un movimiento de Agua Control que viste en una caricatura.

—Está bien, tienes un punto —admitió con una sonrisa, antes de concentrarse en la televisión una vez más.

Amaba estos momentos con él. Se sentía tan feliz y libre y deseaba que pudieran continuar así para siempre, pero sabía que todas las cosas buenas tenían que llegar a su fin. Supuso que eso era lo que los hacía especiales en primer lugar, y mientras Annabeth se sentaba allí con él, su presencia era como un peso reconfortante a su alrededor, que le daba una sensación de paz y pertenencia. Se sentía como uno de los peces koi de la tribu agua del norte. Él era el yin de su yang, y sin él todo su mundo estaría desequilibrado. Simplemente no quería conocer un mundo en el que Percy Jackson no existiera. Ni siquiera podía imaginarlo.

—Hey —dijo Percy, agitando su mano frente a su cara—. ¿En que piensas?

Annabeth se dio cuenta de que lo había estado mirando fijamente y se sacudió sus pensamientos.

—Estaba pensando en lo mucho que te amo —de acuerdo, esa era una versión mucho más simple de lo que había estado pensando, pero aún no estaba lista para decirlo todo en voz alta. No sabía que era posible amar tanto a una persona desde lo más profundo de su ser. Sus sentimientos por Percy la asustaban un poco aveces.

—¿Oh si? —Dijo, moviéndola para que estuviera sentada a horcajadas sobre él en el sofá. Su voz se redujo a casi un susurro y ella se estremeció contra su toque mientras él pasaba sus manos por sus brazos y se movía hacia su cintura—. No vas a ser suave conmigo, ¿verdad, Chase?

—Ponerme suave no significa que no pueda seguir pateando tu trasero, Jackson —respondió ella, bajando la voz para igualar la de él.

—Mmmm...

Se acercaron el uno al otro, tan inevitable como la marea que se acercaba a la orilla, y Annabeth pudo ver las pequeñas motas de oro que se mezclaban con el verde de sus iris. Ella le rodeó el cuello con las manos y él cerró la distancia entre ellos con un suave suspiro.

Annabeth no supo cuánto tiempo estuvieron sentados besándose en el sofá, pero cuando finalmente tuvieron que separarse para tomar aire, él respiró hondo para estabilizarse y dejó caer su frente sobre la de ella, acunando su cabeza entre sus manos.

—Algo permanente, ¿verdad, listilla? —Él susurró.

No pudo evitar la pequeña sonrisa que se dibujó en su rostro.

—Algo permanente, sesos de algas.

Y cuando levantó la barbilla para encontrar sus labios una vez más, supo que estaba en casa.

One Shots PercabethWhere stories live. Discover now