08. Los permisos

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Íbamos tarde a la escuela, ya que el señor Barry estaba resfriado. Pero gracias a los cielos llegamos justo en que el profesor iba a comenzar las clases. Dejamos nuestras cosas en sus puestos y nos sentamos en la mesa.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué llegan tan tarde? —preguntó Anne.

—Mi padre está resfriado, Aphrodite ya le dio una de su toma pero no creemos que se recupere justo para la fiesta de la tía Josephine. —respondió Diana.

—No vamos a poder ir. —completé haciendo un puchero.

— ¿Qué? Pero...—Anne fue interrumpida por la cara de rata abortada.

—Silencio, mis mentes brillantes. Abran sus libros en la página en la que nos quedamos en la clase anterior.

❪...❫

— ¿No es el objetivo de la vida buscar lo que te emociona? —Preguntó la pelirroja —Digo, sonríes hasta morir.

—A mis tíos y a nosotras nunca nos habían invitado a estas fiestas.

—Pero sería un milagro que a papá le dé un resfriado ridículo. —dice Diana.

—Es absurdo que las mujeres no podamos viajar sin un acompañante hombre.

Eso me recuerda cuando, ugh... ¿cómo se llamaba nuestro mayordomo gorila?

— ¡Agh! —escuché quejarse Cole. Se levantó de su asiento furioso y tiró su cuaderno de dibujo al fuego.

— ¿Qué te pasa, Cole‽ —pregunté tratando de sacar el cuaderno del fuego.

— ¡Que se queme! —logré sacar el cuaderno y lo coloqué en el suelo mientras Anne lo intentaba apagar con pisadas —. Ya debería de haber mejorado.

—Tranquilo, ya mejorarás. Necesita tiempo para sanar completamente. —intenté calmarlo. Recogí el cuaderno del suelo y noté un hermoso dibujo mío y de Gilbert. Ambos mirándonos a los ojos.

—Me quitaron la férula hace semanas, Aphrodite. Y ya no es lo mismo, ya ni puedo dibujar como antes.

Este salió de la cabaña y guardé el dibujo en mi abrigo para después salir detrás de él con las chicas.

—No puedes darle la espalda a tu arte. —le reprocha Anne.

—Ya no quiero hablar de eso.

—Si este día fuera más frío combinaría con nuestro humor invernal. —murmura la pelirroja.

—Es por eso que la tía Josephine da su fiesta, para espantar la tristeza invernal. —dice Diana.

—Es perfecta. Es lo que necesitábamos, en especial Cole. —murmuré.

—Cole es hombre —susurra Anne de repente —. ¡Cole es hombre! Chicas, ¿si convencemos a tus padres de que Cole nos acompañe a Charlottetown? Marilla tendría que acceder si ustedes dos van.

—Y Cole es muy alto. —dice Diana emocionada.

— ¿Cole, no es eso lo que necesitas en este tiempo de profunda tristeza? —le preguntó Anne.

— ¿Asistir a una fiesta en una casa llena de extraños?

—Necesitas un cambio de aire. —contesté

—Mis padres no me van a dejar salir de la granja el sábado.

—Si logro idear un plan... ¿irías? —Cole quedó en silencio, pensándolo.

—Sí.

❪...❫

—Ten. Estudia bien tus líneas. Solo tenemos una oportunidad. —dice Anne pasándonos las hojas con lo que le vamos a decir a nuestros papás.

—"Como Cole debe hacer un recado en Charlottetown..." —comienza Diana diciendo una de sus líneas.

—"Él es el chaperón perfecto..."

❪...❫

Bien, logramos sacarles el permiso a la señora Mackenzie y a la señora Eliza. Nada más nos falta Marilla.

—Y ahora, como Cole, Aphrodite y Diana pueden ir, pues sus padres les parece educativo un concierto de piano, esperábamos que lo reconsideraras.

—Toma la decisión, Michael —le dice Marilla a su hermano, quién dejó de limpiar la chimenea al escuchar ese nombre —. Matthew.

Se levantó del suelo y miró por unos segundos a su hermana para después vernos.

—Te dejo ir.

— ¡Sí iremos! —dijo eufórica Diana mientras nos abrazaba.

¡Espacio personal!

—Vengan. Ayúdenme a empacar. No soportaría que mis mangas abullonadas se aplasten para la fiesta. —dijo mientras íbamos a su habitación.

❪...❫

—Bienvenidos mis queridos. Esta será la escena del crimen. —bromea la tía Josephine.

Nos adentramos a un gran salón con flores colgando del techo. Era todo un paraíso este lugar.

—Santo cielos.

—Siempre había soñado con fiestas, y aunque creo que tengo mucha imaginación, nunca había evocado algo como esto.

—Estoy muy emocionada por oír tocar a Cécile Chaminade. —dice mientras corría donde un señor que acomodaba las teclas del piano.

—La señorita Barry no escatima en gastos para que la gente supere el invierno. —dice el mayordomo.

—Qué maravilla.

—No puedo tomar el crédito por la idea de Gertrude —dice la tía Josephine —Esta era su noche. El año pasado no fui capaz de hacer esta fiesta. Sin ella. Bueno, el tiempo sigue su marcha, ¿no es cierto?

Admiraba la decoración de la sala. Amaba como hacía resaltar las flores.

— ¿Cómo te dejaste enredar en este fiasco? —preguntó la tía Josephine a nuestro amigo.

—Cole es nuestro héroe. —dije

—Sin él no nos habrían dejado venir. —dijo Diana.

—Al artista en ti le encantará esta...

—Anne.

—Lo sigues siendo, Cole. —le dije

—Ya no —nos quedamos en silencio —. Aun así, es un placer venir.

—Hay que darles de cenar y después a la cama —dice la tía Josephine —. Mañana es un gran día.

 Mañana es un gran día

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𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔,    anne with an e¹Where stories live. Discover now