La pequeña Hargreeves siempre había creído que viajar al pasado no sería tan complicado como lo mostraban las películas, simplemente era cuestión de ser prudente.
Eight se sorprendió al ver cuan equivocada estaba respecto a eso. Era difícil mantene...
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Al día siguiente la profesora Stacy entró con una mirada trágica, cosa que nos dejó preocupados. Me acerqué a ella.
— ¿Se encuentra bien? —le pregunté. Ella asintió para después entrar a otra habitación.
De la nada entra Cole y tumba a Billy. Comenzaron a pelear entre ellos. Pero hubo un mal movimiento de parte de Cole e hizo que Billy se quemara la oreja con la estufa. La profesora salió y Cole salió corriendo de la habitación.
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Todo estaba destruido: la cabaña, las esculturas de Cole. Todo. El reino encantado estaba destrozado. Anne llegó echa un mar de lágrimas.
— ¿Encontraste a Cole? —le pregunté.
—Debe de estar muy mal. —comentó Diana dolida.
—Nada volverá a ser lo mismo. —murmuró Anne.
Comenzamos a recoger las cosas. Las flores que había colocado se encontraban destrozadas.
—Si volvemos hacer el club de cuentos, escribiré una historia trágica sobre esto. —dijo Ruby.
— ¿Vienes, Anne? —le preguntó Diana.
—Me quedaré un rato. Espero ver a mi zorro.
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Me encontraba en el acantilado, sosteniendo en mi mano izquierda una rosa. Miraba al horizonte recordando los momentos que había pasado junto a Ben, desde los buenos hasta los malos.
Me limpié la lágrima que se había escapado y dejé caer la rosa, quien se perdió entre la marea.
Te quiero, hermano.
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—Los niños de primero comenzarán con el capítulo 1. Los niños mayores deben leer el capítulo nueve. —alcé la mano.
—Ya leímos ese capítulo con el profesor anterior.
—La repetición es la clave del aprendizaje —me contestó. Que altanero—. Trabajemos con su cursiva. Comencemos con la letra A.
Horas más tarde. Anne, Diana, Ruby y yo nos reunimos en una habitación, era el aula donde les daban clases a los niños menores.
—Debemos de hacer algo para salvar a la señorita Stacy —propuso Anne—. Si fuera un cuento, ¿qué haría la heroína?
—Pero no somos heroínas, Anne. Somos niñas.
—No seas ridícula, Ruby. —Y así comenzó una pelea entre las dos
—Los héroes aceptan la aventura. Debemos convencer a los demás de aceptarla. —interrumpió Anne.
