11. El grito de perdida

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Llegamos al consultorio después de un tiempo, me dolía el trasero de haber estado sentada tanto tiempo.

— ¿Quién viene contigo? —preguntó el doctor después de saludar al pelicastaño.

—Ellos son mis amigos, Sebastian y Aphrodite.

—Es una emergencia, señor. —le dije señalando a Bash.

—Sí, eso veo. —dice el médico mientras ayudaba a Bash acostarse en la camilla.

—Blythe es quien necesita ayuda. Cúrelo de creer que sabe qué les conviene a los demás.

—Ya había oído eso en este consultorio —dice bromista el médico —. Abre. Déjame ver. Qué barbaridad.

—Es su culpa.

—Me obligó. La necesidad de silencio afectó mi criterio. —el doctor le colocó el termómetro a Bash para minutos después quitárselo.

—Tiene fiebre por la infección. Te daré algo para ambas cosas. Necesitará puntos de suturas.

—Lo siento, pero no puedo quedarme. Debe haber médicos en El Fangal. —Bash se sentó en la camilla dispuesto a irse.

—En El Fangal nada más hay un barbero que arranca muelas con tenazas oxidadas. —Bash nos miró unos segundos.

—Nuevo plan. Me curaré aquí y después vamos a El Fangal. —me reí.

El doctor alzó una "gigantesca" aguja y Gilbert se desmayó al verla, lo bueno es que lo alcancé agarrar para evitar darse un mal golpe en la cabeza.

—Dice que será médico y se desmaya al ver una simple aguja. —burlé.

Después de un tiempo, el médico despertó a Blythe con alcohol rápidamente este se levantó.

—No creo que la medicina sea para ti, Blythe. —dice Bash colocándose su abrigo.

— ¿Qué pasó? —me preguntó mientras lo ayudaba a levantarse.

—Te desmayaste con tan solo ver la aguja. —solté una carcajada al recordar el momento.

—Afortunadamente la señorita Aphrodite te alcanzó atrapar para evitar un golpe en la cabeza.

—Tiene fuerza la chica eh. —halaga Bash y le guiñé el ojo. El doctor le pasó un vaso con agua a Gilbert.

—Quieres ser doctor, ¿no? —Asintió— ¿Seguro? Nunca es bonito.

—Tiene buena mano. La mayor parte del tiempo.

Pensamientos puros, Eight. Pensamientos puros vengan a mí.

—En estos días está siempre estudiando. ¿Listos?

Gilbert se quedó pensando unos momentos: —Doctor Ward, ¿necesita un aprendiz? Tal vez pueda ayudarlo aquí de vez en cuando. Y a cambio, usted me ayudaría a crear mi plan de estudios. Prometo no seguirme desmayando.

𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔,    anne with an e¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora