Capítulo 17

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El destino

El verano de Lana fue el peor de la historia, se enteró que hace un año más o menos su padre tiene una enfermedad. Lo único que le dijeron es que pronto se va a ir, ella esperaba que no sufra más, pero aun que suene egoísta tampoco quiere que los deje.

Para su cumpleaños pidió ir a verlo al hospital, y así fue como su mamá aceptó. Agradeció mucho poder verlo, estaba muy flaco, sus ojos azules estaban apagados, como su pelo que estaba cada vez más lleno de canas. Lloro un poco con el y le contó una de sus historias sobre los nargles.

Al salir abrazo fuerte a su hermano, el cual había tratado de hacer lo posible para que Lana todo su año anterior no lo descubriera, con la esperanza de que encontraran una cura. Pero no lo había, solo tenían que esperar a que el se valla de este mundo.

Primero de septiembre llegó, pero este era distinto, Lana no tenía ganas de volver como todos los años, solo quería estar con su padre. Su mirada soñadora se había ido y había una Lana totalmente apagada, solo esperaba a que cuando vea a Lily eso se fuera.

Se sentó en el compartimiento de siempre y espero a que su salvación llamada Lily Evans llegara. Y a si fue como pasó, su mejor amiga entró emocionada al vagón, pero en cuanto vio a Lana en ese estado solo se sentó y la abrazó. Mientras Lana se rompía en sus brazos y lloraba todo lo que no pudo hacer en el verano.

Lily había recibido cartas de Lana donde le contaba la situación en su casa y con su padre.

Después de un rato vio que esta dejó de llorar y decidió cambiar de tema. Trato de hacerla reír, lo que funcionó rápidamente y poco a poco, la misma rubia de siempre volvía.

- ¡Hola estrellitas!- exclamó Sirius habriendo el compartimiento.- pero que hermosas están.

- Hola Sirius.- saludo Lana, a lo que el la miro arriba y abajo, no lo había notado en este verano ella. Pero estaba más grande, su cuerpo estaba más esbelto, además de que sus ojos estaban muy brillos, que podrían atrapar a cualquiera.

- Canuto, porque no entras de una vez.- pregunto James.

-¿Por que tienen que venir acá?, estábamos bien sin ustedes.- dijo Lily.

- Vamos Lily-flor se que me extrañaste.- a lo que Lily no contesto y James sonrió victorioso.

- Bueno entren de una vez, y como perfecta me tengo que ir, chau.- saludo y se fue, su sonrisa victoriosa se fue y maldijo por lo bajo.

El viaje continuo entre risas y diversión.  Al igual que la semana Lana ya no estaba triste, le hicieron volver su brillo y alegría, pero todo no dura para siempre.

El Lunes 5 de septiembre su hermano y ella fueron llamados a la dirección. Al llegar vieron a su madre destruida y supieron en seguida que era, su padre había muerto, ambos lloraron y abrazaron a su madre, Xenophilius se quedó un tiempo hablando, mientras que Lana decidió ir a la torre de astronomía a despejarse.

Al llegar se sentó en el borde de esta a ver las estrellas. Las lágrimas no pudieron evitar salir de su rostro. Estaba triste, pero agradecia que su padre ya no estaba sufriendo más.

Por otro lado un chico pelinegro de pelo ondulado, subía la torre con los ojos cristalizados, cansado de actuar como alguien que realmente no quería ser.

Al llegar se quedó embobado mirando a la chica de enfrente, su cabello rubio que se movía al compás de viento, sus pecas que le parecían perfectas.

- Deberías tener cuidado te puedes caer.- le dijo tímido a la vez serio. A lo que Lana giró su cabeza a mirarlo, el chico se quedó atrapado en su mirada, la reconoció en seguida, era Lana Lovegood, tenían algunas clases juntas aunque nunca le prestó atención.

Había escuchado bastante de ella, pero no hablaría con la chica. Directamente no hablaba con casi nadie.

- No te preocupes siempre vengo acá a sentarme, parece que no soy la única.- dijo Lana.

- Eso parece.- dijo el chico.- las estrellas son muy lindas.

- Si lo son, son perfectas, todas se parecen pero tienen su forma de ser...- no pudo terminar.

- Únicas.- termino el chico, a lo que Lana le sonrió.

- Lana Lovegood.- se presentó.

Regulus Black.- le dijo.

Ambos se quedaron viendo las estrellas por un rato. Al pasar un tiempo ambos se despidieron, sin saber que el destino los había juntado, y que habían encontrado la persona con la que compartirían gran parte de su vidas.

Lunática|| Época MerodeadoraOù les histoires vivent. Découvrez maintenant