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D A R L A

Unos toquecitos en la puerta acompañado de la voz de mi madre hicieron que dejara de revisar mi aspecto por décima vez en un minuto. Me giré cuando entró en la habitación y su reacción fue lo que necesitaba para confirmar que realmente ese vestido azul oscuro me quedaba bien.

— Cariño, estás hermosa — pronunció acercándose a mi y tomándome de la mano.

— Gracias mamá, tú también.

Por su parte estaba vestida con un vestido rojo que le quedaba muy elegante, como era ella.

— ¿Lista?

Asentí y agarré el pequeño bolso negro de fiesta, luego volví a cogerla de la mano y juntas bajamos las escaleras hacia el salón, donde esperaban nuestros respectivos acompañantes. Mi padre fue el primero en verme y poniéndose de pie vino hasta mi.

— Cariño, que guapa estás.

Le di las gracias e intenté sonreír pero de seguro me salió más una mueca cuando Derek apareció en escena con una rosa blanca en la mano y un pequeño regalo en la otra.

Mi padre se apartó a un lado dándole acceso a ponerse de frente y con una sonrisa me dio la cajita de terciopelo. Le miré a los ojos mientras lo abría y unos pendientes de plata con una piedra de color azul claro, acorde con mi vestido, me atrapó la vista.

— Es precioso pero no puedo aceptarlo — le tendí de nuevo la caja y como esperaba renegó.

— No acepto un no por respuesta.

Mis padres nos llamaron desde la puerta y no pude rechazar del todo el regalo así que me los puse mientras caminábamos hasta el coche. Ellos iban a ir en uno y nosotros en otro. Derek me abrió la puerta, tomé asiento y mientras él rodeaba el carro yo aproveché para revisar el móvil en busca de un mensaje de aquella persona.

— ¿Todo bien? — el sonido de la puerta al cerrarse me sacó de mi enseñamiento y asentí guardando de nuevo el dispositivo.

Él alzo su mano hacia mi pelo con la intención de apartarlo a un lado y mirar como me quedaban los pendientes.

— Te queda... Estás preciosa Darla.

también, pensé. Ese esmoquin le quedaba realmente bien pero opté por limitarme a darle las gracias.

El lugar donde se celebraría el evento sería la sala de reuniones de un conocido hotel en el centro, por lo que no quedaba muy lejos de mi casa. El viaje se resumió en miradas furtivas a mi teléfono en espera de esa notificación y luego hacia la ventana al darme cuenta de que aquello nunca llegaría.

Cuando el coche paró en la entrada Derek bajó y antes de que me abriera la puerta decidí salir por mi misma, a lo que él solo sonrió. A nuestros pies estaba una larga alfombra roja y a los lados decenas de fotógrafos retenidos por guardias de seguridad y una cinta que dictaminaba hasta dónde podían acercarse. Derek me agarró de la mano y juntos entre los flashes y vitoreos de los periodistas accedimos al hotel. Una vez en el interior tuvimos que esperar a que mis padres llegaran para sacarnos una foto "familiar".

— Será mejor que se adelanten, parece ser que tus padres pillaron un atasco — dijo la especializada en prensa instantes después.

— ¿Es necesario? — respondí.

Me dedicó una mirada en la que claramente se leía un ¿es en serio? Así que me callé, tomé la iniciativa y caminé hacia los fotógrafos.

— ¡Señorita, señorita! ¡Miré hacia aquí! — escuché que gritó alguien.

— Sonríe un poco mujer — murmuró Derek de forma que solo le escuché yo.

Me aguanté las ganas de poner los ojos en blanco y cuando posó su mano al final de mi espalda me obligué a alzar los labios. Después de dos minutos interminables el coche que traía a mis padres paró en la entrada desviando así la atención que nos dedicaban y suspiré aliviada.

— ¿Tanto te está costando? — preguntó a mi lado.

— Lo siento, debo de ser una pésima acompañante — le miré apenada, para Derek este evento también era importante.

— Te aseguro que eres la mejor pareja que podría tener — algo me decía que era verdad.

Reprendí mentalmente mi comportamiento de mierda y me comprometí hacer esa noche amena para ambos. Me limité a sonreír justo cuando mis padres se unieron y de nuevo volvimos a repetir el proceso.

Seguido de eso entramos en la sala que fue asignada al evento. Cientos de personas ya estaban sentadas y los camareros iban de allí para allá con las bandejas. Cuando notaron nuestra presencia la estancia se llenó de aplausos mientras nosotros caminábamos hacia nuestra mesa, en primera fila. Me senté con Derek a mi izquierda y Adalia, la hija de uno de los socios de mi padre, a la derecha. Antes de empezar a cenar mi padre llamó la atención de todos dándole a la copa de champán con la cucharilla.

— Gracias a todos los presentes por venir al aniversario de nuestra empresa, es un honor poder celebrarlo con ustedes — hizo un sondeo a la sala. — Hablaría más pero lo dejaré para el discurso, así no les aburro... De momento — algunas risas y más aplausos.

Los camareros empezaron a servir mientras una música relajante sonaba de fondo, pero supongo que en mi mente tenía tan presente el tono de notificación que sonaba cuando me hablaba él que por más sonido que hubiera a mi alrededor lo percibí como si el móvil estuviese pegado a mi oreja.

Saqué el teléfono visiblemente ansiosa y lo desbloqueé para leer el mensaje.

mateo <3

te lo estás pasando bien?

sí, genial

— Darla, el teléfono — me regañó mi madre, que estaba en frente mía.

Hice caso omiso y esperé nerviosa su siguiente mensaje.

de verdad?
tu cara expresa todo lo contrario

Fruncí el ceño confundida, ¿estaba aquí? Miré disimuladamente a todos lados.

— ¿Qué buscas? — cuestionó Derek.

— Nad... — me quedé en silencio cuando noté que me había respondido.

en la barra

Inmediatamente mis ojos viajaron hacia ese lugar y lo vi. Observé como estaba sentado en las sillas donde servían las bebidas y como estaba jodidamente hermoso con su traje.

Luego de finalizar el repaso que le di llegué a sus ojos, él levantó la mirada de su móvil y la posó lentamente en mi.

si te vas; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora