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M A T E O

Cinco meses antes.

Al final ella siempre velaba
por el bienestar de todos nosotros. ❞

me encantaría dormir
como lo hicimos a partir
de esa noche, me encantaría
volver a lo que un día fuimos.

Hacía tiempo que Spot se comportaba extraño, estaba agresivo y muy inquieto, actitudes impropias en el. Una de las razones por la que Darla y yo dimos el paso de adoptarle fue por su energía, el animal no paraba quieto y siempre tenía la disposición de jugar con nosotros. Pero por suerte pudimos averiguar que le pasaba a nuestro pequeño.

Estábamos los tres echados en el sofá y como siempre, yo me encargaba de mimar y acariciar al gato. En una ocasión, mis dedos recorrieron la parte de sus orejas y este emitió un aullido desgarrador.

— ¿Qué le estas haciendo al gato? — preguntó Guppy con el ceño fruncido.

— Lo de siempre — me encogí de hombros. Con cuidado le revise la zona preocupado y al acercarme un olor bastante fuerte se hizo presente. — ¿Lo lavaste? — miré a Darla.

— Y sí, no quiero que sea un sucio como su padre.

El felino saltó del sofá al suelo e inclinó la cabeza a un lado repetidas veces.

— Creo que tiene otitis — dije mientras lo observaba.

— ¿Qué? ¿Es grave?

— No Darla, tranquila — sabía como se ponía con todo lo relacionado con enfermedades, aún recuerdo la vez que estuve malo de la barriga y ella pensó que tenía un tumor en el estómago... ¿Se puede tener cáncer de estómago?

— Vamos al veterinario.

Unos minutos después nos pusimos en marcha y llegamos, una vez examinado, el veterinario como ya suponía nos dijo que efectivamente tenía otitis pero por suerte no estaba muy avanzado. A parte de eso nos dio unos consejos para evitar que se repitiera y unas gotas medicinales.

De nuevo en casa Darla no dejó de culparse por ello.

— Quizás no lo he cuidado como debía y por eso...

— Nena no pasa nada, es normal. Pronto se pondrá bien — asintió pero sabía que por más que intentara convencerla ella seguiría pensando lo mismo. Me acerqué a ella y rodeé su cintura con mis brazos. — ¿Estás estresada?

— ¿Cómo lo sabes?

— El otro día leí un artículo sobre peces estresados y ahora mismo cumples todos los puntos.

Guppy puso los ojos en blancos aunque tenía una sonrisa en la cara.

— Siento ser así de paranoica.

— No es paranoia, es preocupación por tu mascota.

— Por mi hijo — me corrigió.

— Eso — sonreí. — Ve a ponerle las gotas en lo que yo preparo la cena.

Me dio un pico y cogió al gato para llevárselo al baño, de mientras llamé al delivery para pedir algo, me daba palo cocinar yo mismo. Los aullidos de Spot se escuchaban hasta el salón y las disculpas de Darla hacia el gato por hacerle un daño que era inevitable me encogían el corazón.

Al final ella siempre velaba por el bienestar de todos nosotros.

A la hora de cenar llegaron las hamburguesas que había pedido y estábamos los tres sentados en el suelo.

Darla se encontraba muy atenta con Spot y de vez en cuando le acariciaba con cuidado. Le trataba de cristal como si tuviese miedo de que se rompiera y cada vez que el animal se quejaba del dolor podía ver en su expresión como a ella también le dolía.

Cuando nos acostamos en la cama se cercioró de que la posición de Spot era cómoda, le rodeó de almohadas y mantas. Finalmente esa noche dormimos los tres juntos, como la familia que eramos.

si te vas; truenoWhere stories live. Discover now