Extra:Un No muy calmado dia con el padre de Erina

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Un día como cualquier otro, un ya mayor, pero muy bien cuidado, médico se encontraba realizando su rutina de observación a sus pacientes.

Su rubia cabellera y su arreglado bigote hacían relucir su agraciado y seductor rostro, aunque detrás de esa pantalla había el alma de un dramaturgo.

¡Por todo hacía un drama! 

Y aunque era un alma amable, no había podido escapar de la pena, pues había perdido el amor de su vida, no sin antes conocer la perfecta muestra de amor de ambos, pues tenía a su amada hija a la que no le prohibía nada, y pase lo que pase la amaría siempre. 

Además después conoció a quien seria como su hijo y el mejor amigo de su niña y estaba orgulloso de los logros de ambos, a pesar de no haber podido estar en su boda había aceptado parcialmente a su pareja, sin importar que quería cortarle al Zepelli el bigote.

¡Nadie debía tenerlo mejor que él! 

Poco fue su calmadado recorrido, gritos e insultos se escucharon en su consultorio a lo lejos, sacándolo de sus pensamientos. 

La enfermera en jefe fue quien le aviso que un gran número de jóvenes damas habían llegado con diferentes tipos de heridas.

—Dr. Luciel, una señorita llamada Erina lo busca dice que es importante —dijo la enfermera en jefe.

—¡Oh! ¡Mi hermosa Erina vino a ver a su papá! enseguida voy~ —dijo feliz el rubio.

Sin perder el tiempo se dirigió a la entrada del consultorio encontrándose con una imagen de lo más curiosa.

—Mi bella Erina has venido a ver a papá traba… —El rubio calló al igual que todas las involucradas que se encontraban el aquella habitación, la tensión en el aire era tanta que podía cortarse con un cuchillo, y sólo Erina, nerviosa, se atrevió a hablar.

—Pap...—dijo Erina antes de ser interrumpida por su padre quien la abrazo de inmediato. 

—Cariño ¿quien te hizo esto?, ¿quien se atrevió a golpear tu hermosos rostro? —dijo el doctor al ver el feo ojo morado de su hija.

—Papá, no exageres es sólo un moreton, sabes que me hice cosas peores —dijo la rubia para tranquilizar a su dramático padre.

—¡Nada de eso! debo encontrará a la persona que oso tocar tu hermoso rostro —dijo el padre de Erina con una leve aura asesina que iba creciendo conforme hablaba. 

—Oigan, otras persona también necesitan ser atendidas —dijo una muy malhumorada Hot Pants.

—¡Oh! Es verdad, lamento el inconveniente, soy el Doctor Luciel Pendleton, ¿y ustedes son…?—dijo el rubio curiosos, ya que su hija no solía traer amigas. 

—Bueno papá ellas son unas amigas de he...—Erina no sabía que decir ya, hasta que la traviesa Anne salió a su ayuda 

—Es cierto, es un gusto conocerlo señor, me llamó Anne —dijo la pequeña morena que sólo tenia un pequeño moretón en su mejilla.

—¡Pero que encantadora señorita! 
—dijo el doctor feliz con la actitud de la niña —¿quieres un dulce pequeña Anne? —continuo entregandole una paleta.

—Es un gusto conocerlo Dr. Pendleton somos Yasuho, Reimi y Yukako —dijeron el trío de artistas en coro, que apesar de tener raspones en sus rodillas se encontraba bien, sus manos eran lo que más apreciaban.

—El gusto también es mío señoritas —dijo el rubio. 

—Un placer conocerlo Dr. Pendleton, Soy Holly, esto es para usted—dijo Holly con una gran bolsa de galletas con chispa de chocolate.

—¡Oh! Muchas gracias hermosa dama, ni mi hija presta cosas para mi, las apreciaré —dijo el doctor limpiando unas pequeñas lagrimas de alegría, nadie le había regalado galletas hasta ahora.

—Seguimos esperando —volvio a reclamar HP.

—Ejem.. lo siento, continúen —dijo el rubio volviendo a su papel de doctor.

—Soy Hot Pants y si no me saca está maldita astilla, le romperé las piernas —dijo la pelirosa enojada. La "astilla" en realidad era del tamaño de un lápiz, no es que exagerara.

—Disculpe a mi amiga es sólo que no le gusta las astillas, soy Lucy es un placer conocerlo —dijo la rubia cuidando de la pelirosa y regalando una sonrisa al doctor 

—Y la dama que está desmayada 
—pregunto cual niño el doctor al ver una castaña botada en el piso.

—Esa es LisaLisa, no se preocupes por ella, se volvió a tomar el anticongelante, y me llamó Trish  —dijo pelirosa mirando un libro ya que por obvias razones no pudo traer su celular.

—Y… ¿la otra señorita desmayada? —siguió preguntando el Doctor curioso.

—Esa es Jolyne, le dieron una noticia fuerte, larga historia —dijo Holly mientras cuidaba a su querida nieta como si nada.

Terminado así las presentaciones, el padre de Erina decidio llamar a sus enfermeras para curar a todas las chicas.

—~¡Oh! Pero que lindo grupo de señoritas han llegado a mi consultorio~ —cantaba el rubio mientras curaba a su preciosa hija, hasta que se dio cuenta que no le había preguntado lo más importante.

—Mi querida Erina y a todo esto ¿qué pasó para que llegarán aquí todas heridas? —dijo el doctor en modo serio. 

Erina se tenso por un momento y mientras debatía que decirle a su padre, la pequeña Anne le respondió con simples palabras 

—Es que embarazamos a Roby y Dio 
—dijo si más mientras chupaba su paleta. 

—¡Oh! ¿Ves Erina?, era muy fácil decirme que... ¡EMBARAZASTE A ROBY Y DIO!

Y el Doctor Luciel Pentleton cayó desmayado.









Llamame Cupido Où les histoires vivent. Découvrez maintenant