Cap 18 Una explicación un tanto extraña

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Suzie Q estaba en un dilema, uno bastante grande. Y no, no se trataba de que había naufragado luego de que su avión hubiera acabado en el mar, ni que ese tal señor Asterì se parecía sospechosamente a Joseph, mucho menos de que al parecer la fundación Speedwagon era mucho más diversa y un poco siniestra de lo que esperaba. No, que va. Su enorme problema se resumía en que debía decidir si comer la extraña cosa roja y gelatinosa o la cosa blanca y llena de cositas negras que le ofrecían amablemente, pero el hambre era mucha por haber pasado por un accidente de avión, perder a Caesar y descubrir que la fundación tal vez era mucho más poderosa de lo que se hubiera imaginado, por lo que dejo de lado sus dudas y empezó a comer los platillos de la encantadora encargada de nombre Kardiá, quien los había acogido en su modesto hogar, le ofrecia.

—¡Esta delicioso! —gritaron los dos amigos con la boca llena, ignorando completamente de que se trataba la comida. Ofreciendo sus platos para pedir un poco más. 

—Je, je creo que tenemos a dos λαίμαργοι —dijo la viejecita sirviendo más en los platillos de ambos jóvenes. 

—¿Está hablando en código o qué? —dijo Joseph con la boca llena, de los dos era el que tenia más hambre, ni siquiera pudo probar una rebanada de pastel en la casa de su querida tía Erina antes de partir en el avión y, sinceramente, no recordaba nada del otro. 

—Ujumm… está hablando griego joven Joseph—dijo Asterì conteniendo la risa por ver al Joestar— estamos cerca de Grecia y es el idioma dominante por estos lugares. Justamente el nombre que llevo se traduce como… 

—¡Señor Asterí! ¡¿Nos puede ayudar con la leña?! —algunos niños se asomaron por la ventana interrumpiendo al castaño mayor.

—Claro, claro, nos vemos luego —dijo el amable hombre con una sonrisa para luego salir.

—Oye Joseph como que siento que ya lo he visto en algún lado —susurro la rubia, entrecerrando los ojos.

—Sí, yo también siento eso —contesto el oji verde.

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—Ahora…  ¿Si me pueden decir que hacen aquí exactamente? —dijo Caesar mientras le daba una mordida con rabia a la deliciosa, ¿masa?, que su abuelo había hecho. 

—¡Oh mi Shiza-chan! ¿por qué la agresividad? solo estoy aquí con tu abuelo, para… umm... — Will se tomó de la barbilla pensando un segundo—revisar algunas cosas —sonrió con confianza mientras abrazaba a Speedwagon avergonzado. 

—Ugh… —dijo el rubio por la muestra de afecto para luego dirigir su mirada a su abuelo inglés.

—¿Abuelo por qué están aquí? 

El rubio mayor suspiro y dejando de lado la vergüenza por la actuación de su esposo, respondió.

—Tu abuelo tiene razón, estamos aquí para revisar el pueblo, ha pasado un buen tiempo desde que vinimos aquí por… —el rubio se calló por un momento. A su mente llegó el recuerdo de que habían evitado esa isla por años ya que era el último proyecto que hicieron junto con sus queridos amigos Jonathan y Dio. 

El italiano mayor se dio cuenta de la nostalgia de su amado así que lo abrazo con más fuerza, compartiendo la tristeza ya que el también extrañaba a Jonathan.

—Lo que mi amado Roby quiere decir es que ha habido algunos cambios en la isla con el pasar de los años y como queríamos escapar un poco de las oficinas vinimos a relajarnos —dijo el moreno mientras le daba en los labios otro malvavisco a su rollito. 

—Bien comprendo, pero… —Caesar se detuvo un momento e inhalo con fuerza— ¡¿Por qué no me avisaron que la hermosa persona con la que comprometieron de niño era un mastodonte de dos metros con cara de idiota?! —grito el rubio. 

Llamame Cupido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora