Cap 6 Que empiece el show

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El hermoso amanecer se podría apreciar desde la ventana de una habitación, la luz atravesaba ligeramente por unas cortinas blancas pasando entre algunos muebles y llegando a hasta una cama de gran tamaño donde se encontraba una hermosa dama de cabello rubio y piel tersa, una escena digna de una película, si no fuera por que nuestra bella protagonista se encontraba desparramada, literalmente, en dicha cama con toda las sábanas revueltas, el cabello desordenado, probablemente enredado, y roncando por el cansancio.

¿Por qué?

Se había olvidado de algo importante, bueno, muy importante.

Así que tuvo que quedarse hasta casi las 1 de mañana, preparando un plan para deshacerse de esa máscara que generaría mucho dolor en su shipp favorita.

—Señorita Erina, son las 7 en punto—dijo la sirviente LiLi desde detrás de la puerta.

—Parece que tengo resaca —dijo Erina quien sólo había podido dormir unas pocas horas, mientras luchaba por despertar.

—Señorita ¿Se encuentra bien?, ¡quiere que entre para ayudarla? —dijo LiLi

—¡Oh! No es necesario LiLi no te preocupes lo haré yo solita —dijo la rubia con voz dulce tratando de no sonar sospechosa.

—Okey señorita ¡Ah! Por cierto uno de sus amigos lo está esperando el la sala —dijo LiLi mientras se disponía a empezar su rutina de limpieza.

—Gracias LiLi, bajaré enseguida —finalizo Erina mientras se dirigía tomar una ducha para al fin despertar por completo y luego limpiar el desastre que hizo en su habitación.

Mientras tanto en la sala

—Erina me dijiste temprano —susurró nuestro querido Speedwagon quien se encontraba recostado en uno de los sillones de la residencia Pendletton con su sombrero tapando su cara por completo.

—Hola jovencito, ¿que se le ofrece por aquí?—se escucho la voz de un hombre mayor.

—Nada, gracias —dijo el rubio sin prestar la atención, su cerebro seguía a medio despertar, pues ignoraba el hecho de que no estaba en donde solia dormir.

—¡Oh  Jovencito! ¿Que tipo de repuesta es esa? —siguió insistiendo la voz.

El rubio se molestó un poco, ¿quien se atrevía a criticar sus respuestas? Se levantó el sombrero y dirigió su vista hacia dicha persona.

—Bueno, usted no es nadie para…—el rubio había parado de hablar al ver al hombre que se encontraba enfrente de el.

—Eres tú —susurró Speedwagon, temblando ligeramente.

El hombre también se asombró por el muchacho que se encontraba enfrente de el.

—Robert —fue lo único que pronunció antes de darle un fuerte abrazo.

Speedwagon se encontraba en un trance pero poco a poco fue sintiendo calidez en tan afectivo abrazo.

—Robert, no sabes cuanto lamento el no haber podido darte un hogar aquí, una familia —dijo aquel hombre que no era ni menos que el padre de Erina y su salvador, quien seguía con el abrazo tratando de contener su sollozo.

—Sr. Pendletton no se sienta mal, ya estoy aquí —dijo el rubio tratando de calmarlo.

—¡Roby! ¡Ya estoy aquí —gritó Erina quien entró a la sala a toda velocidad.

—¡Oh! Papá, seguías aquí ¿Ya viste a Roby? ¿No te parece genial? —dijo la rubia emocionada.

El padre de Erina se separó de Speedwagon y dirigió su mirada a su hija.

Llamame Cupido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora