Cap 19 ¡Nunca Aprendí a Aterrizar!

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LisaLisa al fin logró terminar con su misión y debe admitir que no le fue tan mal… bueno mal para ella, ya que prácticamente había dejado todo un caos a su paso.

Un coronel adicto a querer mejorar a su país con alguno que otro trauma; una niña mimada, caprichosa y gritona que probablemente empeoro su actitud al intervenir en la historia; y una muy malhumorada sirviente que sospechosamente se parecía a su bisnieto fueron solo alguna de las cosas que provoco sin… ¿Querer queriendo?

Pero ¿Quién era ella para juzgar? 

Había ganado unos fantásticos padrinos para su Holly, al fin podría ir a ver a su hijo y aprendiz (cof, futuro nuero cof, cof) y tal vez encontrar a aquel que fue su alma gemela.
No era momento para sentirse triste, era momento de celebrar y que mejor que un buen vino. 

Excepto que el cierto vino (carísimo, por cierto) que había tomado para celebrar (de algún rincón muy guardado del cuartel) le había hecho sentir más mareada de lo normal.

No era mala bebedora, para nada. Sin embargo, algo, tanto en el sabor como en la sensación, se le hacían familiar, peligrosamente similar, por lo que siguió probando pequeños sorbos para refrescar su memoria.
Ya en la segunda copa fue cuando finalmente recordó cuando había bebido del mismo vino.

Demasiado tarde.

Tan solo pasaron unos segundos, aunque ella, al estar consciente de lo que pasaría, los sintió como una pequeña eternidad.

Su cabeza empezó a girar como si se hubiera subido diez veces a un espantoso juego mecánico, su vista se nublo como si estuviera en un videojuego de los años noventa, sus mejillas se tiñeron de rosado y al final la conexión entre su memoria y ella misma se perdió. 

Tal fue el efecto que, bueno…

Entre risas y tropiezos con objetos invisibles, camino sin rumbo definido, se topó con una parte del cadáver en el baño y como que abrió un portal a un lugar desconocido (otra vez).

¡Ah! Y también… se dejó caer a la deriva, asegurándose esta vez que no haya mar abajo para arruinar su estilo.

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Hace dos días en unas ruinas en algún lugar de Italia, umm creo que era de un Coliseo. 

—¿Por qué hace tanto calor? — susurraba una muy amargada con la vida Daiya, ya que si hubiera gritado como lo había hecho hace dos horas despertaría al hermoso y pequeño Santana quien gritara como si lo estuvieran matando.
Si muy lindos y todo los bebes, pero cuando se lo proponen son capaces de reventar oídos los muy… adorables.

—Señorita, le recuerdo que usted fue la que quiso venir en primer lugar —dijo Nijimura, quien guiaba el camino, evitando que la cueva no los matara al hacer ruidos fuertes y de paso agarrarla de la manito. 

—Eso es incorrecto, LisaLisa me amenazó con quemar toda mi colección de discos…

—¡Cállense las dos! —intervino el alemán quien cargaba a Santana— ¿No ven que el pequeño se despertará? —él bebe se había encariñado con el coronel o tal vez se lo quería almorzar… eso era lo que pensaba Stroinhem, pero la realidad se resumía a que era un buen aire acondicionado abrazable.

—Sí, sí, lo que digas chatarra —dijo la pelinegra tratando de restarle importancia— lo único que quiero es saber si ya llega… ¡Ay! ¡¿Qué te pasa Kei?! —la de ropas rosadas se había chocado con la espalda de su guía. 

—Señorita, ya llegamos, es momento de prepararnos —dijo Kei sacando las cosas necesarias de su hermosa y muy ergonómica mochila de Tinker Bell.

—Muy bien mi lindo experi… quiero decir Santana, es momento de despertar y encontrarte con tus papis —dijo el alemán con una dulzura tan sincera y fuera de lugar que erizó la espalda de sus compañeras. 

Llamame Cupido Where stories live. Discover now