Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)

Capítulo 35 [Epílogo]

Aquella misma tarde, Lena intentó comunicarse con Kara que ésta solo cogió una llamada, pero luego fue rechazada varias veces. Debería haber ido a su casa, pero sentía que, si lo hacía, se acabaría todo por presionar tanto.

La rubia le dijo que ahora mismo no era el momento de hablar, aunque se sintiese culpable de tratarla así. Pero es que estaba tan, pero que tan enfadada... Claro, Kara pensó que podría haber dejado que su novia que se explicase. Que, por qué Ruby, quién no sabía nada acerca de su relación para colmo, lo supo antes que ella.

Pero Kara se sinceró con ella y le rabió el hecho de que anoche le hubiese mandado mensajes de texto con fotos sonrientes o que le diera un beso esa misma mañana; que le hubiese dedicado sonrisas genuinas y gentiles; que le hubiese hablado suavemente como si no estuviera pasado nada antes que decirle que estaba embarazada. Porque claro, la rubia no era tonta e hiló que Lena lo descubrió cuando su médica se lo dijo y el resto ya es historia.

A pesar de que la pelinegra pidió por favor y que lo sentía mucho, que tenía razón y quería explicarle sus razones porque no quería perderla, Kara nuevamente negó a hablar bien las cosas porque insistió que no era el momento y menos por una llamada. Quería calmarse porque no quería que, por su desastre pasado y por la ira que sentía en ese momento que le nublaba el corazón, le espetara palabras hirientes y prefirió que se suavizara las cosas.

Sin embargo, después de aquella llamada, la pelinegra estaba realmente confundida.

Sintió alivio (por decirlo de alguna manera) cuando Kara le pidió un poco de paciencia para asimilar las cosas. Pero ¿asimilar qué exactamente? Es decir, la rubia no quería tener niños y habían hablado de ello. No obstante, le había dicho que hablarían las cosas y, que después de eso, tomarían la decisión de qué pasaría después. Por lo tanto, no habían roto su relación.

Pero no tenía... sentido. Su mayor temor se había roto en mil pedazos, pero siguió sin encontrarle sentido por muchas cosas que pensaba.

La pelinegra tenía pavor de perderla y parecía que Kara le había brindado una oportunidad. Lena sabía que había una única solución, pero es que ni la rubia le había hablado de eso, ni siquiera de la posibilidad de interrumpir el embarazo después de verla tan enfadada y más cuando dijo de tomar una decisión. ¿Qué decisión? ¿Por qué sintió que el embarazo no era el problema en cuestión? ¿Por qué Kara estaba exactamente enfadada y por qué demonios no se lo decía?

Claro, persistió con esas preguntas, pero la rubia ya había cortado la llamada insistiendo de que ya lo hablarían. Odiaba darle vueltas y vueltas sin saber muy bien que era lo que ocurría en realidad. Ella quería respuestas porque estaba agobiada por no saber qué sucedería mañana y, si Kara no se las iba dar ya, tendría que recurrir a segunda opción.

.

—¿Lena? ¿Qué haces aquí?

—¿Puedo pasar? Necesito hablar contigo... —intentó no decirlo con súplica, pero era imposible.

—Claro, adelante —se hizo a un lado preocupada, viendo el rostro de la pelinegra antes de que entrase, aunque se detuvieron en medio del salón.

—¿Podemos...? —Lena se giró haciendo una mueca.

—Sí —asintió sabiendo lo que quería decir—. Sammy, Ruby... ¿Nos podéis dejar a solas un momento?

—Claro. Iremos arriba para seguir decorando el cuarto de Marley. ¿Vamos, cielo? —se dirigió a su hija que esta asintió.

Ambas se levantaron del sofá y Ruby miró a Lena antes de desaparecer. Vio sus ojos tristes, su cuerpo tenso y como jugueteaba con sus manos. Ella probablemente hubiera pensado que había venido por alguna cosa; quizá trabajo o quizá algo sobre Kara ya que eran amigas y ella era su hermana, pero jamás había visto así a la pelinegra y menos entrando a su casa por primera vez con tanta urgencia, aun sabiendo que la pelirroja se iba a almorzar con Eliza, Kara y Lena. Desde entonces sospechaba, pero ahora lo entendió todo y se sintió culpable al irse de la lengua sabiendo como era la pequeña Danvers por las anécdotas que le contó Alex.