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El pequeño Omega había estado mirando con ansias a través de su ventana, cual Rapunzel mirando el cielo mientras espera al príncipe. Y no lo hacía por más que por calmar su nervios, porque por su ventana no se puede ver más que el jardín delantero; no es como si pudiera ver cuando JungKook llegue a buscarlo, a menos que el Alfa decida entrar a la propiedad. Ni siquiera sabe qué esperar, si ese loco va a llegar otra vez por la parte trasera y se va a escabullir dentro, o si al final sí va a sobornar a los de seguridad.

Son las tres con cincuenta y cinco de la tarde del domingo, así que se supone que faltan cinco minutos para que JungKook llegue a buscarlo para su cita en el cine. No hay nadie en la casa además de él y el servicio, pues su hermano regresó a su piso cerca de la universidad y sus padres, siendo los enfermos del trabajo que son, se fueron desde temprano para La Rosa a reponer el día perdido que fue el día de ayer gracias a la cenucha esa que se montó el viejo Jeon.

TaeHyung ya está listo, su closet está hecho un desastre, pero no es como si no estuviera acostumbrado, porque igual siempre le toca recoger todo el desorden por lo menos una vez al día. Un modesto conjunto de short de Chanel es su elección del día de hoy, el colgante Bulgari que el Alfa le regaló en San Valentín, medias cortas de encaje blanco para sus tenis blancos, y una adorable boina que deja su frente al descubierto. Tiene el saco del uniforme del Alfa doblado entre sus manos, para devolverlo, pero la prenda está siendo victima de sus pequeños puños nerviosos apretándola fuertemente.

Tan nervioso que cuando su teléfono sonó en una llamada dio un pequeño respingo frente a la ventana.

—¿Hola...? —contestó de inmediato.

—Cariño ya estoy cerca, ¿quién está en tu casa?

—Sólo yo... y el servicio.

—Perfecto, entonces voy a entrar con el auto-

—No creo que sea una buena idea.

—¿Qué? ¿Por qué, amor? Si no hay nadie.

—P-Porque es demasiado comprometedor, ya serían cuatro veces con esta si entras a casa. No quiero chismes que le puedan llegar a mi madre. Y no... n-no me llames amor.

—Amor, cariño, muñeco, príncipe-

—Voy a colgar. Sólo dime cuando estés en la esquina.

Terminó cortando la llamada corriendo, interrumpiendo una estruendosa carcajada de JungKook en la línea. Con sus mejillas rojas a más no poder y sintiendo todo el rostro caliente como si tuviera una buena fiebre.

Y cuando Jeon llegó, a TaeHyung sí que le fue bastante difícil evadir tanto al servicio como a la seguridad. Su nana lo correteó hasta las puertas de la casa, junto a otras dos mucamas más, exigiéndole que le dijera a dónde y con quién iba, pues La Señora llegara dentro de unas horas y estará preguntando por usted Niño TaeHyung, tuvo que mentir nuevamente diciendo que Jung HoSeok lo esperaba a la vuelta de la esquina, que estaría bien y que no se preocuparan. Para estas alturas, si Hirai Momo siguiera en BomHwa, sería un verdadero problema. Y como si fuera poco, a los de seguridad tuvo que decirles que si se atrevían a seguirlo, no volvería hasta el día siguiente y haría todo un revuelo. Se sintió un poco mal, a decir verdad.

Cuando alcanzó la calle contigua a la suya, en la esquina, el único auto que deslumbra el lugar es un flamante Maserati gris oscuro. El deportivo ruge incluso estando estacionado, y las luces rojas de parqueo son malditamente brillantes; a TaeHyung se le fue imposible no saber a quién pertenece tal vehículo. Ni siquiera se molestó en tocar el cristal de la ventana antes de abrir la puerta, que convenientemente no tenía seguro, simplemente entró y se sentó en la cojinería de cuero color caramelo con un bufido.

El Recolector De Corazones Jeon JungKook. >> KookV. Where stories live. Discover now