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Siendo completamente francos, la película de Adam Sandler ya va por más de la mitad y TaeHyung y JungKook no tienen ni la menor idea de qué va, si el hijo incomprendido logró ir a sus clases de mambo o si le dieron su merecido al Bully; pero lo que sí saben, es que los labios del otro son sus bocadillos favoritos.

El pequeño Omega puede ser muy difícil a veces, JungKook reconoce que no recuerda cuándo fue la última vez que tuvo que lidiar con un Omega de ese tipo. Ni siquiera Sana, y eso es decir mucho, porque ella también era una loca. No obstante, si Jeon es un sin vergüenza, TaeHyung es un pequeño sin vergüenza a la incógnita. Porque bien que se hace el santo y el digno, también le gusta iniciar el caos cuando todo está en calma. Como cuando lo provocó en la cena, acariciándole las piernas. No pasó mucho de dar inicio la película, que el Alfa sintió una manita en su rodilla.

Nunca es JungKook el que inicia con los juegos sucios. Nunca.

No supieron en qué momento terminaron besándose, o cuándo fue que el brazo de la silla que dividía sus asientos fue levantado y el Omega terminaría en las piernas del Alfa.

Nuevamente, gracias a todos los cielos que la sala está desierta.

—Me encanta que te pongas el colgante que te regalé —susurró JungKook entre jadeos cuando se separaron por un segundo, sus manos en la cintura del otro hacen a TaeHyung estar cada vez más encima de él.

—Mi papá piensa que me lo regaló HoSeok Hyung —se burló el castaño.

Que fue contestado, obviamente, por un gruñido.

Y el siguiente beso que recibió fue uno aparatoso. Violento en cierto sentido, agresivo, con el mensaje de que no se atreviera a olvidarlo. La lengua de JungKook probó la boca ajena cuánto le dio la gana, el sabor a chicle desapareció hace rato y ahora solo queda el sabor a él, a TaeHyung, que en cuestión de dos semanas se convirtió en el favorito del azabache. Para JungKook, la forma en la que el menor se deja hacer por él, es simplemente espectacular; cuando se están besando así, tan inmersos en el otro, son los únicos momentos donde el Alfa siente que de verdad tiene al Omega entre sus brazos y que es lo que la naturaleza le regaló.

Momentos en los que TaeHyung simplemente es él, no un muñeco de porcelana, un niño rico de un conglomerado, ni la reina abeja que controla toda la colmena. Solamente es TaeHyung.

—Dime Hyung a mí también.

—Nop.

La risa descuidada que soltó el castañito es una que JungKook está seguro muy pocas personas han podido ver o escuchar en su vida, y se siente jodidamente afortunado. Restregando su propia nariz contra el cuello de su Omega, se aseguró de inhalar profundamente ese olor de miel y coco. Como un perfume Coco Chanel No. 5, justamente. Tan adecuado, tan natural, que dice elegancia, riqueza y dulzura, es el olor que verdaderamente le pertenece a TaeHyung. Contrasta tanto con el suyo propio, vino y campo, que no es más que la representación de sus raíces. De hecho, si lo piensa bien, sus olores son las representaciones de lo que son los dos. Es como mezclar un color rosa con un café, y que el resultado final sea uno bueno, no es garantizado.

¿Entonces por qué se siente tan bien? Tenerlo entre sus brazos, olerlo, besarlo. JungKook siempre pensó que las personas deben reunir más razones que el simple destino y la alma gemela para quedarse con alguien a su lado, para lograr una relación basada en sentimientos reales y no en... tradiciones. Y detesta admitir tan rápido que TaeHyung cada día le presenta una razón más.

Pues... últimamente, se repite lo mismo todos los días; maldita sea la hora en la que se prestó para las jugarretas de Ken.

El Recolector De Corazones Jeon JungKook. >> KookV. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora