23; Leo

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Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Jᴏsɪᴀs Aɴᴅᴇʀssᴏɴ — Bᴀᴅ Tʜɪɴɢs

+16.

Observo a Bambi comerse el helado de chocolate y carraspeo sentado en el banco en el que nos encontramos debajo de un árbol. Hace bastante calor y mi compañía ha decido refrescarse comiendo mientras yo tengo una botella de agua entre mis manos.

— ¿Quieres un poco? —Me pregunta.

A Bambi le encanta el helado de chocolate y niego con mi cabeza porque sé que me ha ofrecido por cortesía, no porque quiera darme helado. Palmeo su pierna, es el segundo contacto que tengo con ella hoy. Lo de la cocina no estaba planeado, pero ella me estaba mirando tan seductoramente que no pude evitarlo. No la he besado desde hace unos meses y estoy deseándolo, pero no es el momento; al menos ella se sintió cómoda durmiendo conmigo ayer, lo último que quiero es espantarla.

Siempre me han gustado chicas, pero nunca he sentido lo que siento por ella. Es como una felicidad en mi pecho cada vez que me mira o me sonríe. Cada vez que estoy con ella, todo va bien, es como un rayo de sol en un día nublado, una flor llena de color en primavera, un destello de luz en mis oscuras noches.

— ¿Seguro que no quieres antes de que me lo termine? —Pregunta— Voy a empezar a morder la galleta en breve.

Me acerco a ella y el helado no tarda en estar cerca de mi boca, lo lamo haciéndola reír entre dientes y luego ella, satisfecha, muerde la galleta.

— ¿No estabas a dieta? —Le pregunto.

— La semana pasada.

Muevo la cabeza de lado a lado y pongo mi brazo por detrás de su espalda, apoyado en el respaldar del banco. Lleva un bonito vestido negro de flores rojas con un escote de corazón que se ha llevado la vista de todos los chicos, también la mía. Es corto, y lleva unas sandalias del mismo color. Su pelo va recogido en una coleta y tiene su boca manchada de chocolate.

— Ya, ya lo sé, tengo pañuelos en el bolso y tú una botella de agua, limpiaré mi boca cuando termine —dice con la boca llena.

— No te he dicho nada.

— ¿Sabes algo de tu padre? —Me pregunta.

— No mucho —me encojo de hombros—. Solemos hablar poco, siempre ha sido así, ambos sabemos que estamos bien y ya está. ¿Y tu madre?

Bambi se encoge de hombros y mete todo lo que queda del helado en su boca haciéndome levantar las cejas con asombro por lo bruta que es.

— Solo hablo con ella por mensaje, no tengo ganas de escucharla.

— ¿Me perdonas a mí y no a ella? —Me mira sorprendida ante mi pregunta y sigue sacando un pañuelo de su bolso para después pasarlo por la boca, que sigue llena, claro.

— ¿Ha hablado tu padre contigo para que me convenzas de perdonar a mi madre?

— No, bueno, sí.

— Lo imaginaba —limpia su boca y la señala— ¿Ya?

— No —Como si fuera un niño pequeño, mojo el pañuelo con un poco de agua y lo paso por su boca para quitar el chocolate que ya se ha secado—. No voy a decirte lo que tienes que hacer, B, creo que eres lo suficientemente grande y madura para manejar las cosas, pero al fin y al cabo no dejan de ser nuestros padres y tendremos que verlos en el cumpleaños de la abuela.

Dejo de limpiar su boca y ella me mira con su ceño levemente fruncido. Sí, la abuela cumple años y siempre, absolutamente siempre, todos vamos a Concepción a celebrarlo. Ella es la que mantiene a todo el mundo unido y a raya.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt