21; Leo

15.9K 1.5K 152
                                    

Miro a Diego, que está frente a mí con su ceño fruncido. El sol da sobre nosotros y la arena quema nuestros pies. Intento pasar la mayor parte del tiempo con Bambi porque tengo que arreglar lo que hice y le prometí citas, todas las citas que no hemos tenido; aunque esto parece más una reunión de hermanos.

Bárbara y Bambi se encuentran en la orilla después de darse un baño y yo acabo de contarle a mi hermano que creo que vi a nuestra madre.

— ¿Estás seguro?

— No lo sé.

— ¿Nos dejó y ahora tiene otros hijos? No lo entiendo, Leo, me cuesta creerlo. ¿Por qué nos dejó entonces?

Me encojo de hombros porque no tengo la respuesta. Quizás papá no nos ha contado algo, quizás sí tuvo algún motivo pero no lo sabemos.

— No me importa —dice—. Me da igual esa mujer, no quiero saber nada de ella.

— Me gustaría saber el motivo, eso es todo. Supongo que es algo pendiente.

— A mí también, pero eso significaría que ella nos importa, y no.

Recuerdo lo mal que lo pasamos cuando los días pasaron y ella no regresó, cómo dejamos de mirar por la ventana esperando ver su cabellera rubia. O cómo dejamos de pedirle a Santa Claus que la trajera de vuelta, pero en vez de eso nos traía los juguetes que más nos gustaban.

Dejamos de pensar tanto en ella al cabo de los años, aunque siempre se quedó algo clavado en nuestro pecho.

Con catorce años, papá nos explicó que ella había cogido el dinero que tenían ahorrado para nuestra universidad y se había ido sin dar explicación, por eso habíamos tenido que ajustarnos el cinturón un poco, porque ahora era solo él con nosotros desde hace unos años.

Lo entendimos, por supuesto, y no volvimos a pensar en ella, solo a tenerle rencor.

— A lo mejor papá no nos ha contado toda la historia —digo.

— ¿Por qué no iba a hacerlo?

— Teníamos catorce años.

— Lo suficientemente grandes para saber el motivo si hubiera uno, Leo.

¿Alguien deja a su familia así porque sí? Siempre hay un motivo.

— No hemos vuelto a preguntar, Diego —dejo de mirar el bikini blanco de Bambi y miro a mi hermano de nuevo— ¿Entretienes a Bárbara? —Cambio de tema por la expresión en su rostro.

— Eso está hecho —se levanta y yo lo sigo, dirigiéndonos a aquellas dos chicas que ya han captado miradas de más de uno.

— Me apetece un cóctel —dice Diego poniendo su brazo alrededor de los hombros de Bárbara— ¿Me acompañas a por uno?

— ¿Vas a beber ahora?

— Te lo he dicho a ti porque sé que no tienes ningún problema en beber ahora conmigo y tú hermana aún es menor.

— Cómo me conoces —se ríe—. ¿Invitas tú?

— Más bien, invita Leo —mi hermano me guiña un ojo y yo sonrío juntando mis labios.

— De acuerdo, entonces voy.

Bárbara nos mira una última vez antes de seguir a Diego y no tarda en correr por la arena hasta llegar a sus zapatos.

— Buena táctica —su dulce voz hace que la mire y sonrió de lado.

— Gracias. ¿Te lo estás pasando bien?

— Si, gracias por venir a la playa conmigo, sé que no es tu lugar favorito en el mundo.

— Pero el tuyo sí, y eso está bien conmigo. Vendré las veces que haga falta —frente a ella, entrelazó mis diez dedos con los suyos.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora