16; Leo

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Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Pʜᴀᴍ﹐ Yᴏᴜɴɢ Fᴜsɪᴏɴ ﹣ Mᴏᴠᴇᴍᴇɴᴛs


Estoy con Bambi limpiando la casa árbol. Si me pongo de pie, tengo que andar encorvado pero ella se mueve libremente por allí. No ha sido difícil alejarnos de Bárbara. Diego la ha acercado al pueblo para coger un poco de cobertura y así poder hablar por teléfono.

Mi padre ha llamado hoy, están Kansas y él volverá a Texas porque tiene que seguir trabajando, al igual que Becky, la madre de Bambi, que se quedará en Kansas.

Podemos volver a casa, pero le he dicho que no, o por lo menos yo no voy a volver. No cuando tengo aquí a Bambi. No sé qué demonios me ha pasado pero me gusta, me gusta mucho. No dejo de pensar en ella.

— Bueno... —Se pone de rodillas y la miro— Ha quedado bien, ¿no? Limpia está.

Sigue llevando mi ropa y lo único que quiero hacer es quitársela, pero me contengo un poco porque no es el momento; aunque quizás sí el lugar.

— Ha quedado genial —aparto los productos de limpieza a un lado y me siento, apoyando la espalda en la pared de madera.

— ¿Diego no viene aquí?

— No, hacía tiempo que alguno no pisaba esto. No habría mucho sitio para los dos, de todos modos.

Ella asiente mirando a su alrededor. Tiene el pelo recogido en una coleta y al mirar su camiseta —esta vez verde—, no puedo evitar recordar cuando se la quitó para que la avispa no la persiguiera.

No había sido una buena idea porque Diego y Jack estaban allí fuera, mirándola en sujetador. No tardé en estar a su lado poniéndole la camiseta encima y llevándola a la cabaña para que se pusiera otra.

— Estar aquí me agota —gatea hacia mis piernas abiertas y se mete entre ellas.

— ¿En la granja? —Pregunto recibiendo su cuerpo y abrazándola.

— Sí, supongo que es porque no estoy acostumbrada, o porque a tu abuelo le ha dado por levantarnos a las siete.

Tengo su espalda pegada a mi pecho y mis brazos rodeando su pequeño cuerpo.

— El abuelo está vengándose por habernos ido al rodeo. No dejes que te afecte.

— Me afecta al sueño —bosteza—. Se nota una hora más.

Nos quedamos callados porque aún no me creo que esté aquí con ella y en esta manera. Ella sabe que hay algo porque yo también lo siento. No puedo alejarme.

— Mi madre me ha llamado —dice—. Podemos volver a Kansas si queremos —pasa las yemas de sus dedos por mis dedos, que se aferran a su abdomen.

— ¿Y qué le has dicho? —Pregunto, deseando que no se vaya.

— Hemos decidido quedarnos, si también os quedáis, claro —me mira.

— Nos vamos a quedar —le digo antes de agachar mi cabeza y juntar mis labios con los suyos—. Apenas queda verano —murmuro contra sus labios.

— Aún quedan muchos días —suelta una risita.

— Se me está pasando muy rápido —vuelvo a sus suaves labios y paso mis labios por ellos— A lo mejor lo de nuestros padres no funciona —digo.

— Puede.

— Ni siquiera somos hermanastros —murmuro.

— Lo sé, pero habrá gente que no lo verá bien —veo como sus labios hacen una mueca.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Where stories live. Discover now