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Harry

—¿Quieres más?— pregunta Florence al lado mío, ofreciendo otra copa de vino.

—No muchas gracias— digo negando con la cabeza— Aún tengo que manejar.

—¿Estás en condiciones para manejar, Harry?— habla esta vez Chris.

—En realidad no— digo somnoliento haciendo que todos soltemos una risa.

El almuerzo y la cena estuvieron bastante agradables, tanto así que ni siquiera me preocupe de revisar mis notificaciones. Simplemente estaba pasando un buen rato con ocho de las personas partícipes del elenco.

Admitía que hace bastante tiempo no pasaba un momento así, en armonía y con amistades nuevas.

—Creo que pediré un uber— murmure.

—Por nada del mundo, te puedo acercar hasta la casa, de todas formas me estoy quedando cerca de allí— dice Olivia.

Un par de palabras más y fui hasta mi auto estacionado, prometiéndole a Florence que vendría por él al día siguiente.

Fue entonces que reviso mi celular y grata fue mi sorpresa cuando comprobé que eran cerca de las dos de la mañana y que tenía cuatro llamadas perdidas y dos mensajes sin leer de Annabelle.

—¿Estás listo?— escucho una voz femenina a mi espalda, me giro para ver a Olivia de pie frente a mi con su cartera y las llaves de su auto en mano.

—Si, vamos— digo asintiendo con la cabeza guardando el celular en el bolsillo trasero de mis pantalones.

Me subo a su auto, el cual curiosamente era el mismo modelo que el mío y abro el mensaje que Anna me había enviado.

—¿Hollywood Hills?— dice Olivia a mi lado, poniendo en marcha el vehículo.

—S-si.

—¿Todo bien? Te noto preocupado.

—Todo bien— digo forzando una sonrisa, sabiendo que no era así.

Luego de minutos de viajes en los cuales Olivia fue la única en hablar, llegué a la casa.

Las luces de afuera en la terraza estaban encendidas pero no había ningún tipo de movimiento.

Cuando ingresé un olor a lasagna inundó mis fosas nasales, fue entonces cuando mis ojos fueron hasta la mesa central en donde había un candelabro con dos velas consumidas, dos copas vacías y un ramo de flores al lado.

La cena de Annabelle.

Sentí una presión en mi pecho y ni siquiera me preocupe por apagar las luces cuando subí hasta la segunda planta de la casa para ir a la habitación.

—¿Anna?— susurre al ver su silueta acostada en el otro extremo de la cama— Annabelle.

Me aproxime hacia ella y besé cortamente su hombro desnudo, haciendo que comience a removerse bajo las frazadas.

—¿Harry?

—Lo siento mucho, no revisé el celular en toda la noche y tampoco verifique la hora...

—¿Estás bien?— me interrumpe.

—Si, lo siento mucho Annabelle.

—Bueno— me responde con voz somnolienta.

No me doy cuenta cuando caigo rendido al lado de ella, me saco los zapatos y los pantalones antes de pasar mi brazo alrededor de su cintura.

—Mañana podríamos hacer el almuerzo que tú quieras, ¿Te parece?

Hidden » H.S (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora