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Anna

—¿Ya está todo? Creo que falta mi cepillo de dientes— le digo a Harry y él simplemente asiente con la cabeza antes de dirigirse al baño de mi habitación.

Después de casi una semana y media hospitalizada, por fin había llegado el día en que me darían de alta.

Fueron días agotadores, llenos de dolor tanto físico como emocional.

Después de la operación me dijeron que era importante tenerme bajo observación dada la gravedad de la cirugía. Luego de eso no hice más que lamentarme, sin embargo no lloré en ningún momento. 

Harry estuvo ahí en cada momento, él simplemente sostenía mi mano sin decir nada. Lo único que hacía era atenderme y traerme cosas necesarias.

Me comentó que también estaba en un tipo de trance, entendía mi dolor y que de igual forma lo compartía.

Entendí su pérdida, por supuesto que lo hacía. Pero la diferencia era que Harry se había llegado a ilusionar por apenas una hora, y yo por dos meses.

Por dos meses tuve una pelea interna, me pasé noches sin dormir pensando en ello y hasta me obligué a comer más de lo que estaba acostumbrada. Todo eso hasta que tuve las razones necesarias para creer que era una buena idea.

Me había hecho una ilusión y me había imaginado algo bonito.

Pero de ilusiones no viven las personas y lamentablemente lo había aprendido de una manera horrible.

—Creo que ya está todo— dice el chico de ojos verdes para después cerrar mi pequeño bolso.

—Bien— es todo lo que le digo y me pongo de pie.

Me hicieron firmar unos cuántos papeles antes de retirarme. Recibí un par de saludos de las enfermeras que muy amablemente me atendieron y una vez ya lista, salimos en dirección al estacionamiento.

—¿Puedes subir bien?— preguntó Harry luego de dejar mi bolso en la parte trasera.

—Si— dije haciendo una mueca de dolor al hacer el impulso— Estoy bien.

Harry se encargó de abrochar mi cinturón de seguridad y entonces nos quedamos un par de minutos en silencio, ambos sentados en el auto que ya estaba encendido pero sin salir aún del estacionamiento. 

—Podría haberme ido en un uber— le digo a Harry para romper la tensión y él niega con la cabeza— Estoy segura de que tienes cosas más importantes qué hacer. 

—No digas eso, Anna. 

—Es verdad...

—No, no es verdad— dice y entonces pone el auto en retroceso— Nada es más importante; acabas de perder a un bebé y estás adolorida quieras o no reconocerlo. 

—Pero puedo sola. 

—Si sé que puedes, pero no puedo ni quiero dejarte sola. Era mi bebé también. 

Harry comienza a manejar por las calles de Londres hasta llegar a las afueras de mi edificio, cuando llegamos él abre la puerta para mi y baja mi bolso para comenzar a caminar en completo silencio. Yo al lado de él, sin decir nada. 

Ninguno de los dos soltó una lágrima desde la operación. Estábamos callados, aunque agradecía de cierta forma que él sólo quiera hacerme compañía sin cuestionar u opinar más cosas. 

Hidden » H.S (2)Where stories live. Discover now