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Anna

Marzo había llegado. 

El tiempo había pasado y todo seguía igual. Excepto mi relación con Harry. 

Ninguno de los dos le habló al otro después de la fecha de su cumpleaños, supongo que tampoco había razón alguna para hacerlo, pero una parte de mi quería saber que pasaría con nosotros porque todo estaba inconcluso. 

Aunque para ser sinceros ya sabía la respuesta, sólo que no quería aceptarla. 

No estaba preparada para seguir adelante con mi vida, mucho menos olvidarlo. Por eso me había sumergido tanto en el trabajo que olvidé por completo mi vida social. 

Me dedicaba a trabajar, dar lo mejor de mi si eso era posible y a hacer ejercicio porque era lo único que lograba mantener mis pensamientos en calma. 

Mis músculos dolían, claro. Pero mi mente estaba en blanco y eso era lo único que importaba. 

Fue un viernes por la tarde en que cerré el computador sintiendo demasiado frío en mi cuerpo, por lo que me dedico a preparar un café para luego sentarme en el sillón de mi departamento con el celular en mis manos. 

Y fue mala idea en revisar twitter. Ni siquiera supe por qué lo hice. 

Un par de fotos de Harry salieron en mi inicio, estaba él y la chica que parecía ser Olivia. Sinceramente no vi muy bien y tampoco me di el tiempo de hacerlo. 

Quise llorar, pero no lo hice.

No lo había hecho desde la última vez que estuve en la casa de Harry en Los Ángeles, porque sabía que si lo hacía entonces no podría parar. 

Mis días fueron tan rutinarios que ya no necesitaba alarma ni mucho menos saber la hora, siempre hacía lo mismo. 

Intenté cocinar una nueva receta, pero terminé botando la comida y comiendo la misma ensalada de siempre. 

Y fue el día doce de marzo que estando sola en mi habitación y con miles de papeles regados por la cama, marqué su número con la única intención de saber cómo estaba. 

—¿Anna?

—Hey...— dije tratando de sonar normal, tragando todos mis nervios y las repentinas ganas de llorar— ¿Cómo estás?

—¿Todo bien? ¿Pasó algo?— dijo y entonces escucho algunas voces alteradas de fondo. 

—Si, s-solo que... ¿Estás muy ocupado?

—No, espera un segundo.

Cerré mis ojos un momento y me quedé escuchando en como él aparentemente se alejaba de la multitud. Sentía mi corazón latir con rapidez; me llegué a sentir insegura y estúpida. 

Odié que él tenga ese efecto en mi. 

—Ahora si. 

—Yo solo llamaba para decirte que esta mañana he depositado el dinero en tu cuenta bancaria— dije aguantando un poco la respiración. 

—¿Qué dinero?

—El que te debí. Logré recaudarlo durante este tiempo, no te debo nada. 

—No tenías por qué, Anna, de verdad. 

—Es dinero prestado, Harry, por supuesto que tenía que devolverlo— dije presionando mis uñas contra la palma de mi mano. No trabajé duro durante todo este tiempo como para que él venga a rechazar el dinero. 

Hidden » H.S (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora