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Anna

Cerré mi macbook con delicadeza para luego dejarlo a un lado en el sillón. Era día sábado y el sol brillaba en las alturas de la ciudad.

Era la primera semana de julio y por ende la época de verano estaba en todo su esplendor. Los días eran cálidos, el cielo por las tardes era maravilloso y muchos turistas habían llegado a la ciudad debido al avance en tiempos de pandemia.

Me había tomado casi tres semanas de vacaciones y en ellas no hice más que asistir a restaurantes, salir a caminar por las tardes o simplemente asistir al gimnasio del edificio.

Vi muchas series y películas en netflix. Alcancé incluso a ver "Grey's Anatomy" dos veces a la espera de la siguiente temporada.

Probé recetas nuevas, intenté pintar e incluso me hice un pequeño corte de cabello.

Intenté hacer de todo para mantener mi mente ocupada y así poder concentrarme en mi. Necesitaba reencontrarme con aquella Annabelle que una vez fui, sólo que una versión mejorada.

Lo intenté todo.

Hice de todo.

Y me obligué a mi misma a no pensar que todo estaba siendo en vano, porque a pesar de hacer tantas cosas diferentes todos los días, el sentimiento seguía siendo el mismo. 

Aunque estaba bien, tenía que aceptarlo de alguna forma. No hay arcoíris sin un poco de tormenta. Pero el problema estaba en que la tormenta no se quería ir, seguía instalada en lo más profundo de mis pensamientos. 

—Tú puedes hacerlo, Anna— murmuré en voz baja cuando me puse de pie camino a mi habitación. 

Abrí mi armario y de él saqué un simple vestido azul y una chaqueta de mezclilla que pueda combinar. Me maquillé apropiadamente y una vez ya lista salí del edificio para comenzar a caminar. 

Resulta que mi idea era ir probando algo nuevo todos los sábados, ya sea algún tipo de cóctel sin alcohol o comida. Hacer algo diferente y concentrarme en eso antes de quedarme dormida. 

Caminé por aproximadamente media hora antes de llegar al centro de Londres. Había gente por todos lados, varios turistas, se notaba por la cantidad de idiomas diferentes que lograba escuchar. 

Llegué a un local y pedí la comida que nunca pensé que pediría, cuando estaba en espera de mi pedido, tomé mi celular y marqué el número de la única persona con la que había mantenido el contacto últimamente: Sarah. 

—¿Cómo está tu bebé?— pregunté apenas ella contestó mi llamada. 

—Hola Anna, yo también estoy muy bien, ¿Qué tal tú?— responde ella sarcásticamente. 

—Oh por favor, no me has enviado ninguna foto— dije impaciente a lo que ella suelta una risa. 

—Está cada día más grande y hermoso, te enviaré una de inmediato— dice y puedo escuchar en como aleja el celular— ¿Qué pedirás hoy? ¿Algo de mar, quizás?

—Estás en lo correcto, hoy comeré... una especie de paila marina, tiene pulpo. 

—¿Comerás pulpo? ¿Estás segura?

—No, pero dicen que es bueno. 

—Ok, calamardo tentáculos, me mandas fotografías de tu plato— Sarah habla con total entusiasmo— ¿Te has podido ver con Elliot?

—La verdad es que no, la última vez que lo vi fue cuando... ya sabes, me fue a dejar las cosas— dije mirando fijamente a la mesa— Luego me comentó que estaba un poco ajetreado. 

Hidden » H.S (2)Where stories live. Discover now