15. La última noche (parte 1)

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»La noche es más oscura que de costumbre, no por falta de luna o estrellas, sino por la oscuridad de aquella silueta que, levitando, se cierne sobre el hombre que tanto detesta y que amenaza la integridad de un tesoro recién descubierto

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»La noche es más oscura que de costumbre, no por falta de luna o estrellas, sino por la oscuridad de aquella silueta que, levitando, se cierne sobre el hombre que tanto detesta y que amenaza la integridad de un tesoro recién descubierto.

»—¿Deseas que lo mate? —pregunta, aguantando las ganas de reventar ese cuello con los dedos.

»Solo necesita una palabra. Solo una, y él morirá.

La primera vez que Cillian se enamoró, apenas tendría diez años

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La primera vez que Cillian se enamoró, apenas tendría diez años. No fue de golpe. El objeto de admiración era su profesor de literatura, un joven alto y bien plantado que se había ganado el respeto de sus padres. Solía llevar el cabello recogido en una cola y siempre iba bien afeitado. Tenía los ojos verdes. Quizá, mirándolo en perspectiva, no era tan guapo como lo recordaba. Quizá, lo que le tenía hipnotizado era el porte y la forma de tratarlo, como a un adulto. Por aquel entonces, Cillian no sabía de amor ni mucho menos de sexo, solo sabía que le gustaba estar cerca de él y que estaba constantemente esperando su llegada. Casi había cumplido los doce cuando amaneció con la humedad en las sabanas, el miembro despierto y los ojos verdes ocupando su mente. A partir de ahí, todo se volvió más nítido y evidente, hasta que el propio Robert —que así se llamaba— fue consciente de ello y no desestimó la oportunidad. Lo embriagó de buenas palabras a las que siguieron besos. Después le dijo que el amor se demostraba con la lengua, bajo una mesa. Cillian no estaba preparado, pero tal era la admiración que sentía que le consintió hacer lo que quisiera con él. Nunca supo decirle «no». Eso llevó a que el amor y la alegría que sentía por saberse correspondido se convirtieran en miedo, lágrimas y ansiedad. Lo peor fue el día que amenazó con humillarlo si se le ocurría contar lo sucedido. Entonces supo que ahí no había amor, sino abuso.

A raíz de aquello se convirtió en una sombra errante que no podía soportar el peso de la humillación a las espaldas.

A los catorce años le obsequiaron con su primera navaja de afeitar. Creyeron que enseñarle el oficio familiar sería una buena idea.

La utilizó para cortarse las venas.

La recuperación fue dura, en especial para sus padres que no entendían qué le sucedía. Siguiendo los consejos del médico se mudaron a Dublín, lejos de aquellas sombras desconocidas que tanto daño le hicieron. Por más que lo intentaron, jamás le arrancaron palabra alguna.

BASTARDO (Bilogía 1/2)Where stories live. Discover now