18. Hora de partir

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Tarik y June permanecían en la orilla y con los ojos puestos en aquella figura que se recortaba a trasluz: Adami, el hombre misterioso, el mentor y guía de Jacques

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Tarik y June permanecían en la orilla y con los ojos puestos en aquella figura que se recortaba a trasluz: Adami, el hombre misterioso, el mentor y guía de Jacques. Aquel que ya había demostrado no ser humano. Los reflejos se posaban sobre su piel, otorgándole el aspecto de una estatua de bronce. El muy capullo se movía con pasos tranquilos, avanzando a través de los cadáveres que habían dejado atrás: su gente. Ella era responsable de ellos, de sus vidas... A él parecía darle igual.

Tarik hizo el amago de abalanzarse sobre él. Desenvainó la cimitarra, mas June posó la mano en su brazo y le indicó que se detuviera.

—Calma, intendente. Déjame a mí. —Contraria a sus palabras, tan pronto como lo tuvo a su alcance, la capitana se le echó encima y lo cogió del cuello como si quisiera estrangularlo—. ¡Dime que no habéis tenido nada que ver con esto! 

Una especie de fuerza invisible la empujó hacia atrás; entonces, Tarik alzó el arma y apuntó a Adami con ella, pero ella le volvió a pedir que se detuviera, a pesar de que controlarse a sí misma ya le estaba costando bastante. El guerrero dudó antes de obedecer maldiciendo entre dientes.

—Estamos tan sorprendidos como vosotros: esto nunca había sucedido —informó Adami. June pensó que si era cierto que estaba sorprendido, al menos haría bien en demostrarlo con las facciones de su cara—. ¿Dónde está el señor René?

—El crío está bien, pero no puedo decir lo mismo de mi gente. ¡Necesito respuestas! ¡Ahora!

El hombre de bronce frunció el ceño y se acicaló la barba, pensativo. Algo no le cuadraba.

—Mucho me temo que esta vez no las tengo. Esto no había pasado nunca, por lo que empiezo a sospechar que la isla no está conforme con el trato. No se preocupe por los caídos, nosotros nos encargaremos de ellos siempre que no descuides tu promesa, superes la última prueba y regreses.

—¿Qué quiere decir con eso? —asaltó Tarik. Luego se dirigió a June, con el rostro desencajado por la ira—. ¿Qué me estás ocultando?

—Sé muy bien lo que he prometido —afirmó June, sin prestar atención al intendente—, mas las promesas construidas sobre mentiras no valen nada. ¿Qué es este sitio? ¿El infierno?

—De ser así, mi reina, este sería tu infierno: tu responsabilidad.

Esa era la realidad. Ese lugar ahora le pertenecía. Había superado las pruebas de Adami y Jacques había cumplido su parte que se materializaría en cualquier momento. «El infierno es un buen lugar para crear un imperio», se había dicho entonces, incluso antes de que sus sospechas se confirmasen. Ella sería la dueña de todo y había dejado claro que no pensaba compartir el poder con el francés, por mucho que el brujo de bronce hubiese insistido en que era menester. A Jacques, saber sus intenciones no le había importado. «Estoy cansado», había confesado. 

—¿Su reina? —les interrumpió el intendente, de nuevo, con una vena palpitante marcada en la frente—. ¡Creía que teníamos un pacto de confianza!

BASTARDO (Bilogía 1/2)Where stories live. Discover now