43. Un lugar para la venganza

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»Todo lo que había sucedido desde que llegaran a la isla era un tanto extraño, como si estuvieran viviendo una retorcida ilusión

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»Todo lo que había sucedido desde que llegaran a la isla era un tanto extraño, como si estuvieran viviendo una retorcida ilusión. Incluso juraría haber visto y oído a las sombras que se ocultaban bajo la extraña decoración de aquella mansión.

»—Te seré claro —comentó duBois, obligándola a apartar la mirada de ángeles y demonios—. No basta con que os llevéis a mi hermano.

»La luz de las velas bailaba en los ojos grises que la escudriñaban en busca de un signo de debilidad. «Un demonio», estaba convencida de ello. Sin embargo, el botín que se les ofrecía era interesante. Llevar al crío a le Novelle-Orleans y cobrar. Lo que allí se escondía, los cadáveres, las ilusiones, todo aquello no era nada en comparación con lo que les esperaba si no volvían a tierra.

»—¿Y qué más podrías querer? —June jugueteó con sus cabellos, paseó junto a la chimenea y observó una pequeña escultura angelical que estaba sobre la repisa. No era habitual, primero, porque estaba tallada en ébano; segundo, porque no tenía piernas, sino que de cintura para abajo tomaba una forma serpenteada.

»—Quiero que seas mi reina.

»Una risa sarcástica escapó a los labios de la capitana.

»—¿Pretendes que me quede contigo y que te dé hijos? Creo que te equivocas de persona.

»—No. Lo que quiero es que te quedes y ocupes el lugar de René. Todo será tuyo y podrás hacer lo que quieras. No me interpondré salvo que pierdas el control.

»—¿Por qué iba a querer algo así? —Entonces, Jacques posó un dedo en su frente y varias imágenes acudieron a ella ofreciéndole poder y fuerza para cumplir sus sueños, los mismos que había compartido con James. No sabía qué clase de alucinación era esa, no obstante, no pensaba ceder al engaño—. Tengo todo lo que necesito.

»—¿Y tu gente? ¿Qué tienen aquellos que son esclavizados mientras juegas a ser la dueña de los mares?

»—No tienes derecho a darme lecciones de moral, no desde tu palestra. No voy a casarme.

»El extraño anfitrión se dirigió a un pequeño armario y extrajo otra botella de vino.

»—No me malinterpretes —Vertió el contenido en dos copas y le ofreció una a June—. Jamás habría que mezclar amor y poder, ni alianzas con matrimonio; puede que así funcionen las cosas en tu mundo, pero no aquí. Te hablo de magia, poder, de tener un lugar al que solo pueda llegar quien tú quieras. Sé que eres la persona indicada. Yo... deseo descansar y necesito saber que alguien le puede dar sentido a esta cárcel.

»La música del salón llegaba como un canto lejano al cual se sobreponían los griteríos de Giorgio, aun desde fuera de la mansión. June intentó comprender qué significaba todo aquello. Lo que le ofrecía, si era cierto, se acompañaba de un amplio abanico de posibilidades.

BASTARDO (Bilogía 1/2)Where stories live. Discover now