38. La última fiesta (parte 2)

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Farid sostenía a una Berta inconsciente, que ya estaba volviendo en sí, mientras Anne, con manos y espada cubiertas de sangre, se hallaba dos miembros del Ominira a sus pies

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Farid sostenía a una Berta inconsciente, que ya estaba volviendo en sí, mientras Anne, con manos y espada cubiertas de sangre, se hallaba dos miembros del Ominira a sus pies. Uno, también parecía inconsciente; el otro, en cambio, agonizaba mientras se desangraba a causa de una herida en el cuello.

Shaka gritó, los timbales cesaron el canto. Esclavos y esclavas les rodearon y apuntaron con las armas de sus antiguos captores.

El hombre se adelantó.

—Cree que habéis atacado a los nuestros —tradujo Alika. Luego se dirigió a su padre e intentó convencerle, o eso pudieron deducir. 

Anne permanecía en el blanco de todas las miradas. La muchacha quiso decir algo, mas fue Farid quien habló por ella:

—Ha saltado al mar.

June hizo amago de asomarse a la tronera, al momento la encañonaron. Alzó las manos, con calma, y Alika se adelantó para observar el exterior. Le hizo una seña a su padre y este apuntó al mar con un mosquete que, quizá, ni siquiera sabía utilizar.

—No servirá... —quiso advertir la capitana. Pero el estallido de la pólvora sonó antes de que terminara la frase.

Alguien se acercó a comprobar los caídos, justo cuando el de la herida en el cuello ahogaba su último aliento.

Miró a la contramaestre con desaprobación: ella sabía muy bien que debían capturarlo vivo. Solo había una forma de acabar con él y, ahora, por culpa de Anne, lo habían perdido. ¡Cómo había podido ser tan irresponsable!

—Tenemos un problema —le comunicó Alika—. ¿Cómo van a confiar en vosotros después de esto? Vosotros habéis matado a uno de los nuestros.

—Tenemos un pacto y te lo he contado todo. Si lo que necesitas es un aliciente para tu gente, puedes decirles que si no volvemos antes de que suene el tercer cañonazo, mi tripulación vendrá a buscarnos. Y no será de forma amistosa. —Fijó los ojos en la contramaestre, y después en Shaka.

—¿Qué quieres decir?

Como respuesta, un estruendo hizo que se llevaran las manos a los oídos y el navío se agitó al compás de una nueva ola, más alta que las anteriores. Tener contacto directo con Margaret era una gran ventaja.

—¿Qué habéis hecho? —preguntó Alika. A su lado, Shaka se mostraba muy alterado.

—Siempre protejo a los míos. Hay un demonio suelto y podría estar rumbo al Bastardo o, peor, de vuelta a aquí. No podemos perder el tiempo con desconfianzas que no llevan a nada —se defendió Njinja.

Aunque a su aliada no le gustó sentirse amenazada, sabía que debían arreglar el asunto, así que agarró a su padre del antebrazo y se lo llevó aparte para intentar hacerlo entrar en razón. Tras una acalorada discusión en la que ninguno midió el timbre de su voz, los retuvieron e informaron de que debían aguardar mientras se llevaba a cabo una asamblea.

BASTARDO (Bilogía 1/2)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum