chapter ten

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Los pasillos de San Mungo parecían bastante fríos mientras Renata estaba sentada fuera de la sala de espera con Harry descansando en su regazo

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Los pasillos de San Mungo parecían bastante fríos mientras Renata estaba sentada fuera de la sala de espera con Harry descansando en su regazo. Su mente daba vueltas por completo desde el momento en que el amigo de James, Remus, salió de la sala con una expresión de preocupación, afirmando que a James le pasaba algo. Estaba intentando calmar a un Harry que lloraba en ese momento, por lo que ella no podía ser de mucha ayuda, pero parecía que poco podían hacer en ese momento ya que James había entrado en una especie de trance disociativo. No les quedó más remedio que llevar a James a San Mungo para intentar averiguar qué había pasado.

Remus prácticamente había llevado a James consigo y aunque le aconsejó a Renata que se quedara con Harry, ella no creyó que fuera lo correcto. Después de todo, James no la conocía lo suficiente en ese momento y no creía que se sintiera cómodo con la idea de dejar a Harry a solas con ella todavía. Y si él estaba en tan mal estado, ella no quería empeorar las cosas para él si iba a salir de él.

Por suerte, cuando llegaron, Adelmo estaba de turno y Renata pudo solicitarlo enseguida. Normalmente, Adelmo no se ocupaba de la salud mental, eso lo hacía Miriam Strout, que solía ocuparse de los residentes más permanentes. Sin embargo, dado que era la experta en salud mental dentro del hospital, parecía justo que fuera ella a quien se llamara. Por supuesto, a Renata no le gustaba la idea de que James fuera llevado a la sala permanente, ya que esperaba sinceramente que no fuera nada demasiado grave.

Harry no parecía saber lo que estaba pasando y por eso, ella también estaba muy agradecida de que fuera increíblemente joven. En cambio, estaba más o menos interesado en todo lo que ocurría a su alrededor, brujas y magos que iban y venían emparejados con los Sanadores. Sus ojos se posaban sobre las coloridas túnicas y sus oídos sintonizaban con las conversaciones pasajeras que no entendía. En general, en muchos aspectos, Renata sabía que estaba confundido. Casi siempre estaba cerca de James y para que de repente se alejara de él sin avisar, sólo parecía preguntarse dónde había ido su padre.

-Está bien, Harry- le tranquilizó Renata mientras le ponía la mano sobre la cabeza con suavidad -volverá pronto y entonces estará mejor.

Le pareció que había hablado demasiado pronto, ya que Remus salió de una de las habitaciones con aspecto bastante angustiado por el asunto y a remolque iban Miriam Strout y Adelmo. Rápidamente, Renata se puso en pie, sujetando a Harry con fuerza mientras se acercaban a donde estaban.

-No me gustan esas caras- dijo -¿está todo bien?

-Quieren mantenerlo toda la noche- dijo Remus -ya ha salido de lo que fuera, pero existe la posibilidad de que vuelva a caer en ello. Quieren observarlo más, pero eso nos deja con un problema. ¿Quién va a vigilar a Harry?

Renata miró al hombre, teniendo en cuenta que era una de las personas de las que James hablaba tan bien, no entendía a qué venía esa pregunta. ¿Por qué no iba a ser capaz de cuidar de Harry durante la noche?

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